«Ahora tengo el convencimiento de que estoy haciendo lo correcto», dice Aryna Sabalenka . Es la enseñanza que le devuelve la copa Daphne Akhurst cuando se refleja en ella. Espléndida en estas dos semanas, la bielorrusa, 25 años y 2 del mundo, firmó una final ante Qinwen Zheng a la altura, llena de potencia, control y solo algunos nervios cuando lo tenía casi casi en su mano. Pero acertó a la cuarta bola de partido (6-3 y 6-2 en 76 minutos) y abraza su segundo Grand Slam, segundo en el Abierto de Australia , donde el año pasado se convenció de que sí, está haciendo lo correcto. «No quería ser una jugadora que ganara un grande y desapareciera. Quería demostrar que soy capaz de ser consistente, regular y ganar otro», se expresaba después, indicando el esfuerzo de creerse a sí misma. Abrazada a esa convicción, también diseñó una nueva tenista, igual de potente, pero mucho mejor en el aspecto físico y, sobre todo, en el mental. Llegó a sufrir ataques de pánico que multiplicaban los errores, sobre todo dobles faltas; con errores, no había manera de ganar, y sin ganar, se hundía y volvía el agobio. Un círculo que cortó con mucho trabajo en la pista -cambió su saque con un biomecánico- y en el diván. «Me llevó mucho tiempo convertirme en lo que soy ahora en la pista, tener este control de mí misma y entenderme mejor», admitía ayer. Desde ahí, un 2023 con semifinales en Roland Garros y Wimbledon, final en US Open y el título en Australia que revalida en 2024 aún más contundente: solo 31 juegos concedidos, ningún set, y un tenis inabordable en la final en la que no dejó respirar a la china, debutante en una gran final a la que le pesaron el escenario y los golpes de muñeca y confianza de la bielorrusa. Noticia Relacionada Open de Australia estandar No Medvedev-Sinner: una final de Australia del nuevo tenis Laura Marta Tras seis años invicto, Djokovic sucumbe en la Rod Laver Arena ante Sinner, que se jugará el título con Medvedev, que remontó dos sets a Zverev «Este título ha sido un poco diferente, no he sido tan emocional en la pista, aunque antes del partido sí he sentido esas ganas de que todo empezara. Todavía soy muy emocional fuera de la pista, pero en cuanto entro siento que tengo el control. En comparación con el año pasado, soy alguien completamente diferente. Y en relación con la final del US Open (perdió con Coco Gauff), también soy diferente, me vuelvo menos loca y no dejo que otras cosas entren en mi mente, me centro más en mí misma«, explicaba la tenista que soñaba con tener dos Grand Slams antes de los 25 años. «La clave está en divertirse y disfrutar del proceso. Con mi equipo siempre estamos haciendo locuras. Me ayuda a estar centrada en la pista, porque ya hay suficiente presión ahí dentro, así que fuera hacemos que todo sea simple y divertido para que el camino no cueste tanto», analizaba sobre su éxito. Uno que empezó al ver unas pistas de tenis en un paseo con su padre cuando era pequeña y decidió probar. Para él, fallecido en 2019, son todos los esfuerzos y todos los trofeos. Todo este camino que ha recorrido hasta convertirse en la firme alternativa a la poderosa Iga Swiatek, a la que tiene cerca en la clasificación WTA y que ya le usurpó el trono en septiembre de 2023. Inalcanzable su tenis en pista dura, doce títulos de 14, quiere desarrollar su potencial también en hierba y tierra batida, donde sí ha levantado dos trofeos, en Madrid 2021 y 2023. Revalida corona en Australia (como hiciera su compatriota Azarenka en 2012 y 2013) y que se reta a sí misma: «Podría retirarme tras esto, pero no, es demasiado pronto, puedo lograr mucho más».
