Un lustro de lucha contra la pobreza
La Fundación Esperanza cumple cinco años desde que fuera constituida por la Obra Social La Caixa para luchar contra la pobreza y la exclusión social en el distrito barcelonés de Ciutat Vella. Durante este tiempo, la entidad ha atendido a cerca de seis mil personas y a más de 1.600 familias que se encontraban en una situación de vulnerabilidad poniendo a su alcance los recursos necesarios para cubrir sus necesidades básicas y proporcionando herramientas para facilitar su inclusión. Esto ha mejorado su calidad de vida, su autonomía y su implicación de la comunidad.
Isidro Fainé, presidente de la Fundación de la Esperanza y de la Fundación Bancaria La Caixa, señaló durante su visita a la sede de la entidad que la compañía busca «acercarse directamente a los ciudadanos que pasan por situaciones de dificultad. Aunque algunos de los aspectos de la crisis hayan quedado atrás, aún hay muchas personas que necesitan que se les abra una puerta a la esperanza».
Así, la Fundación de la Esperanza cuenta con varias líneas de trabajo. Su Casa de Receso, su buque insignia, ha acogido ya a 94 mujeres de entre 18 y 35 años en riesgo de exclusión. Esta instalación funciona como recurso temporal para mujeres derivadas de diferentes entidades sociales o estamentos públicos que han pasado por situaciones de violencia, adicciones o sinhogarismo. Los trabajadores llevan a cabo una labor educativa individualizada para potenciar su emancipación.
Asimismo, la entidad ofrece refuerzo educativo a niños de familias necesitadas. Paralelamente, 245 pequeños y 82 jóvenes han participado en actividades que fomentan la inclusión y el éxito escolar, 192 madres han pasado por el espacio materno-infantil y 200 mayores de 45 años han logrado la inserción laboral gracias a los programas de apoyo que desarrolla la Fundación Esperanza. Esta iniciativa, «+45 y más», ha atendido a cerca de 2.500 personas, y gracias a su trabajo se han creado en torno a 270 nuevas empresas.
Esta labor se desempeña gracias a la implicación en el proyecto de un total de 85 personas, 60 de ellos voluntarios, y por la aplicación de una metodología basada en el acompañamiento y el estudio de las potencialidades de cada persona, así como en el trabajo en red con entidades y empresas del barrio gótico y de toda la ciudad de Barcelona.