Un ratón contra la desmemoria

Mirar hacia atrás en este mundo rápido y fragmentado es a veces lo que más ayuda a mirar hacia adelante. El pasado no es un gurú que sirva para predecir el futuro, pero sí da perspectiva sobre la gravedad o no del presente y recuerda los riesgos de los caminos oscuros.

Éste es un buen momento para leer o releer Maus, la obra maestra de Art Spiegelman sobre el Holocausto contado a través del relato de su padre, superviviente de Auschwitz y otros campos de exterminio nazis. La brutalidad en cada detalle que recuerda su padre —que en realidad quería olvidar y borrar los rastros físicos de su trauma— contrasta con la humanidad que transmiten los ratones dibujados por Spiegelman.

El historietista tuvo que explicarle al New York Times que su “cómic” no debía ser clasificado como “ficción”, como explica con vehemencia en el documental Art Spiegelman: Disaster is my Muse, que acaba de estrenarse en Londres y se podrá ver en España en Filmin a partir de julio.

El filme explica cómo nació Maus y acaba siendo un aviso para navegantes sobre los riesgos de entregarse a líderes que promueven y explotan el odio, y de cómo la degeneración de las masas no es algo ni aislado ni accidental.

En febrero, Spiegelman publicó una “conversación gráfica”, según su definición, con su colega Joe Sacco para denunciar la guerra de Gaza. Spiegelman explica que no quería “quedarse de brazos cruzados” y dibujar es lo que sabe hacer.

El mensaje de Maus es universal, como insiste Spiegelman. Igual que su deseo de preservar la memoria, la dificultad de gestionarla y la libertad para retratarla.

La defensa de la libertad de expresión es una de las constantes de la carrera de Spiegelman, y la censura de su fanzine y sus comentarios sobre Trump recogidos en el documental -apenas 90 segundos, ni siquiera especialmente llamativos- en la televisión pública de Estados Unidos es una paradoja y un reflejo de la importancia de su mensaje.

No callar es tal vez una de sus lecciones de Maus, especialmente cuando cuesta volver atrás y luchar contra la desmemoria.

Entre mis viñetas favoritas están cuatro de un pequeño diálogo entre Spiegelman y su padre. El ratón Vladek, su padre, le dice que “las víctimas nunca pueden contar su parte de la historia, así que tal vez es mejor no tener más historias”. “Uh-huh. Samuel Beckett dijo una vez: ‘Cada palabra es una mancha innecesaria en el silencio y en la nada’”, contesta el ratón Art. Pero, después de una viñeta sin diálogo, Art añade: “Por otro lado, lo DIJO”.