El rey lució su corona en la etapa reina. Tadej Pogacar cruzó la meta como si tal cosa. Pedaleando con una cadencia tranquila, consistente y poderosa. Todo a la vez. Acababa de culminar un ascenso a una montaña de 1.800 metros de altura, Valmeinier, y entró en la recta final silbando. Había destrozado a todos sus rivales y parecía circular de paseo por los Alpes franceses. Asombroso. La séptima y penúltima etapa de la Dauphine estaba dibujada en la hoja de ruta como la más decisiva, con tres puertos de categoría especial y un puñado de participantes en busca de la gran escapada y, ¿por qué no?, de la gloria. Los jefes de los equipos tomaron la salida con la...
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