¿Se cierra la ventana diplomática entre Irán e Israel?
Los reportes de CNN, Fox News y Al Jazeera desde Israel fueron la banda sonora del momento en que comencé a escribir este texto. Vi cómo periodistas de las diferentes cadenas de noticias hacían sus reportes desde refugios antibombas, mientras las imágenes mostraban cómo la noche sobre Tel Aviv se iluminaba con explosiones de misiles desde Teherán y las acciones del Domo de Hierro israelí. La destrucción ocurría frente a mí en tiempo real.
Al escribir, trataba de vincular lo que ocurría en Israel y otras imágenes del daño en Natanz y Teherán con las declaraciones del presidente estadounidense, Donald Trump, publicadas en la red Truth Social la mañana de los ataques, urgiendo al régimen iraní a continuar las negociaciones para un acuerdo nuclear a pesar del intercambio de misiles, so pena de represalias si decidían retirarse de la mesa. También traté de conectar esas imágenes con las declaraciones del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, publicadas en la red X, donde afirmó que Israel nunca permitirá que aquellos que claman por su destrucción alcancen los medios para lograrlo.
¿Cómo se puede continuar negociando estos acuerdos nucleares con Irán si todas las partes ahora tienen sus armas desenfundadas?
Como costarricense de tradición pacifista, me es difícil entender cómo Occidente e Israel pretenden lograr negociaciones exitosas con Irán para desestimular su capacidad de producción de armas nucleares si constantemente se le amenaza con represalias militares al no llegar a un acuerdo.
La diplomacia coercitiva ha sido poco efectiva para desestimular la proliferación de armas nucleares. Por ejemplo, un análisis de Rand Corporation concluyó que este estilo de pactos con amenazas fue inefectivo para motivar a Corea del Norte a abandonar su programa nuclear y, más bien, estimuló a Piongyang a acelerar su avance hacia convertirse en una nación con capacidad nuclear.
No se puede olvidar que Irán ha resistido los embates de 45 años de sanciones promovidas por Occidente, y el actual líder religioso iraní, el ayatollah Alí Khamenei, ha enmarcado esa resiliencia del régimen como un logro revolucionario más que una solución pragmática.
La amenaza militar tampoco promete acabar con el programa nuclear de Irán. En la mañana de los ataques, el ex primer ministro israelí Ehud Barak dio declaraciones a CNN en las que afirmó que Israel por sí solo, y probablemente tampoco con la ayuda de los Estados Unidos, podría infligir un daño significativo a las instalaciones nucleares de Irán. “A lo sumo, podrían retrasar el progreso de Teherán si acaso un mes”, le respondió a la presentadora Christiane Amanpour.
Con ese panorama, es probable que estemos a las puertas de una oscura caverna que nos llevará a un periodo de volatilidad en el Levante e Irán. Netanyahu prometió en un mensaje de 7 minutos difundido en la red social X que la operación militar duraría “los días que sean necesarios”. Y con una ventana diplomática cerrándose rápidamente tras los ataques, es probable que estemos viendo el inicio de un periodo de inestabilidad, marcado por ataques con misiles, atentados a figuras clave de los gobiernos de ambos países, la amenaza de muchas muertes entre la población civil y un aumento en los precios del petróleo (el intercambio de misiles del viernes pasado entre ambos países hizo que el precio del barril de petróleo creciera entre 8% y 10%).
Ojalá que los llamados a la máxima prudencia del secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, y del director de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Rafael Grossi, tengan algún efecto para frenar este nuevo episodio de tensiones entre Irán e Israel.
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David Vargas es periodista y fotógrafo.