Hemos superado ya el primer mes del pontificado de León XIV y se suceden los análisis, las previsiones y las «etiquetas» para definir al nuevo Papa. Es inevitable. El interés y el intento de comprender, también desde ámbitos que poco tienen que ver con la Iglesia, son saludables siempre que no se pretenda encajar al Papa en los esquemas y prejuicios de cada uno. En alguna ocasión he descrito mi impresión de estas semanas hablando de «la fuerza tranquila de León». Me ha llamado la atención, por ejemplo, el cuidado que ha puesto en citar a sus inmediatos predecesores, desde Pablo VI a Francisco, en sus ya numerosos discursos y homilías. No se trata de citar por citar, sino de...
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