La familia de la tele anunciaba el martes 17 que, el del día siguiente, miércoles 18, sería su último programa. Se confirmaba así lo ya sabido. Pero lo sorprendente era que lo anunciaban entre incomprensibles y enajenadas sonrisas. Sonreía Belén Esteban, en segunda fila, como si fuera un ilusionante primer día. Sonreía Inés Hernand, como si acabara de pasar Pedro Sánchez. Y Alba Carrillo, y también Aitor Albizua. Pero, sobre todo, sonreía María Patiño, mueca ligeramente psicopática, como quien esconde un as en la manga, sabe más de lo cuenta o no cuenta toda la verdad (estilo Leire Díez, para que me entiendan). Y, justo después y ya muy seria, sentenciaba que los yogures caducados (el mensaje era para los...
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