La imagen de la Guardia Civil registrando la sede del Partido Socialista se parece mucho a la de la desarticulación de una banda. Albert Rivera se equivocó en muchas cosas, sobre todo las más importantes, pero en ésta acertó más de lo que quizá él mismo imaginaba o podía atisbar en aquellas circunstancias. La coalición de delincuentes políticos que denunció el líder de Ciudadanos con aquella metáfora se ha convertido en una cuadrilla de políticos delincuentes, pura hampa. No es la primera vez, ni será la última, que la policía judicial registra las oficinas de un partido; ocurrió en las de Gil en Marbella, en las de Munar en Mallorca, en las de la Convergencia del tres por ciento, en...
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