Javier Pérez Campos y sus historias para no dormir
Muchos de los devoradores de libros aprovechan las horas en las que cae el sol para dar pie a su pasión. Esta decisión, por lo general, recae en justificaciones de comodidad, pues es el momento en el que la vida da un respiro tras una incesante jornada laboral. Sin embargo, Javier Pérez Campos convierte esa posibilidad en un mandato. Su nuevo libro solo puede ser consumido durante la noche, y así lo especifica con claridad al inicio. Esta regla viene acompañada de otras insólitas súplicas autorales, como leerlo en soledad, con una luz no muy brillante y distanciarse lo máximo posible de los elementos que puedan aportar tranquilidad.
En «Nocturnos», el periodista, conocido por sus participaciones en programas que analizan lo inexplicable como «Cuarto Milenio», investiga todas las terribles situaciones que pueden tornarse reales cuando la mayoría de humanos duermen. Concretamente, el tomo muestra 15 historias verídicas que sucedieron tras el atardecer. Efectivamente, aunque hayan sufrido algunas modificaciones estilísticas para hacerlas más narrativas, el creador incide en que ninguna es inventada. El listado de más de 450 referencias bibliográficas atestigua el elevado grado de contraste que poseen y el sudoroso empeño del escritor en que su faceta informativa quede en buen puesto. La obra consiste en un viaje al sentido de la noche, según Pérez Campos, para poder entender la razón del pavor que suscitan las horas no diurnas. «Conocer los miedos y aprender a dominarlos es la manera de vivir en libertad», sentencia.
El libro se encuentra dividido en cuatro partes. Cada una de ellas recibe el nombre de alguna fase nocturna: «Crepúsculo», «Concubio», «Intempesta» y «Conticinio». En su interior, se presenta el catálogo de escalofriantes anécdotas que harán las maravillas de los apasionados del tan afamado «true crime». A su vez, los relatos vienen acompañados de imágenes o recortes de periódicos con los que identificar cada caso.
Sucesos terribles y verídicos
La historia que da comienzo a tan espeluznante camino es la del «Cazador de Anchorage». Robert Hansen era un residente de esa localidad, la más poblada del estado de Alaska. Aunque llevaba una vida en apariencia normativa, escondía una terrible afición: raptar a mujeres para retenerlas en su finca y allí dejarlas sueltas e iniciar su caza, motivo por el que sostiene su apodo. Este modus operandi supuso el asesinato de, como mínimo, diecisiete ciudadanas. Afortunadamente, dos lograron salvarse y reportar la salvaje práctica de Hansen. Lo que resulta curioso, y el narrador también trata en sus páginas, es que este par de supervivientes constataron que, mientras huían, escuchaban voces femeninas alentándolas a no detenerse.
Otro de los más míticos sucesos depositados, y el favorito del escritor, es el que rodea la leyenda del jinete sin cabeza. Cuento original de Washington Irving, sigue las andaduras de un hombre decapitado a causa de un disparo de cañón. Para poder recuperar su parte superior, salía de la tumba para inspeccionar los alrededores del pueblo de Sleepy Hollow, nombre anexionado a la cultura popular gracias a sus adaptaciones literarias y cinematográficas. Lo curioso es que no es el único caballero sin testa documentado que ronda las periferias de las villas donde se depositan sus restos, y el escritor ahonda en esas otras historias.
Entre otras terroríficas experiencias, se encuentra la de un necrófilo, un payaso asesino al más puro estilo Stephen King, o la de un grupo de jóvenes soviéticos que, haciendo una ruta por la montaña, aparecieron mutilados. «Tengo un interés por lo multidisciplinar, así que quería que el libro fuera un catálogo que tocara distintos miedos, pero sin redundar en ninguno», afirma el autor en cuanto a la diversidad expuesta.
Por si no fuera suficiente tensión la que otorga a sus lectores en la madrugada, el escrito viene acompañado también de algunos códigos QR con los que escuchar susurros fantasmagóricos extraídos de una casa maldita, o las nada amigables declaraciones que una joven alemana expresa durante la práctica de su exorcismo.
A pesar de todo el respeto que puede inducir este banquete paranormal, el refranero español es sabio al afirmar «después de la tempestad viene la calma». Por ello, el epílogo de «Nocturnos» recibe el título de «Amanecer». En él, el lector es condecorado por haber sobrevivido a la lectura y, por ende, a una noche más. «En mi manera de ser, soy muy optimista a pesar de la sordidez de mis tramas», confiesa el autor, corroborando que hay aspectos positivos a sacar de los miedos.
No obstante, que nadie se alegre o confíe demasiado. Quizá han logrado superar la prueba y amansar a la fiera nocturna. Sin embargo, en solo unas cuantas horas volverán a desaparecer los rayos solares y el ciclo comienza de nuevo. Quién sabe si el último por presenciar...