Empecemos por lo básico: estas fechas son peligrosísimas, como las bodas. Hay gente que vuelve a casa tan mal como para no tomarse las uvas, y que luego lo lamenta el resto del año. No hace falta creer en la superchería para perder la suerte; basta con creer que no te la mereces, con dejar de sonreír en los ascensores. Y de ese fracaso no se vuelve. La Nochevieja es una ciencia del exceso, y como tal es complicada: cualquier ajuste te termina convirtiendo en ese nutricionista que aparece en televisión pidiendo moderar el consumo de azúcar en estas fechas, que es como ir a un after a pedir sobriedad o discutir con alguien que va a un mítin un...
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