Lita Cabellut dialoga con los monstruos de Goya
Entre las palabras concéntricas y ancestrales que se cuelgan clandestinamente de las cartelas viniladas de la nueva exposición de Lita Cabellut en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, se puede leer justo debajo de una escultura que reinterpreta esa monstruosidad abigarrada de las cabezas grotescas de Goya y que sintoniza con los dolores del mundo que en este momento conducen su obra: "Mis pies desnudos cargando huesos desordenados. Leal a la burla despreciada. Trepando en ramas que no doblan ante la vergüenza. Cabeza de tres caras. La locura tiene el mismo perfil de ti, de aquel, de mí. Pájaro de corazón vacío. Volando a un infinito prestado. Donde todos callan y le dan, al tiempo, el valor para poder empezar una y otra vez".
Cabellut, que tanto conoce del proceder de los nuevos comienzos, está completamente permeada por la violencia que acontece, por los horrores que dinamitan el aparataje de lo humano, por los conflictos bélicos perpetuados, por el hambre, el miedo, la masacre, la devastación y el suicidio colectivo al que nos enfrentamos socialmente desde hace años como conjunto. Por eso en "Goya x Lita Cabellut. Los Disparates. “Mísera humanidad, la culpa es tuya”", esta artista multidisciplinar aragonesa desarrollada profesionalmente en la arbitrariedad de un destino justo a pesar de haber nacido en la injusticia de un contexto incierto, precario y marginal hasta convertirse en la tercera creadora española más cotizada del mercado contemporáneo, dialoga con otro simpatizante de la rabia, diseccionador virtuoso de las miserias humanas, como Goya, a través de una reformulación de Los Disparates del pintor de Fuendetodos y una poderosa lectura artística complementaria de estos grabados recuperados, realizados poco antes de abandonar definitivamente España y establecerse en Francia.
Sirviéndose de esa sensibilidad artística más primigenia que proviene del aceite que creaba arco iris de colores en los charcos de agua donde jugaba removiéndola con un palo cuando era una niña, Cabellut reconocía ayer durante el encuentro mantenido con la Prensa en el corazón del Patio de Lucernario de la Academia antes de comenzar la visita que el maestro "me ha enseñado que los negros no son negros y que los blancos tienen demasiados matices. Que no nos podemos quedar en el primer plano de la vida, ni en la luz ni en la sombra, porque todo es transformable. Goya es el periodista más valiente que hemos tenido en toda nuestra historia", subrayó destacando la capacidad de registro social que sus obras desprendían.
[[QUOTE:PULL|||"Goya es el periodista más valiente que hemos tenido en toda nuestra historia"|||Lita Cabellut]]
A lo largo del recorrido, seccionado en tres salas diferenciadas, asistimos a una conversación furibunda y visceral entre dos artistas, amantes confesos de lo humano y sus atributos, que señalan la crueldad imperante pero sin rendirse ante ella, sin incurrir en un estado de desafección activo, sino intentando canalizar todo ese descontento a través de un señalamiento que nos dice que todavía hay esperanza y que esa esperanza reside precisamente en la capacidad de vincularse con la creación, con el arte, con todo lo que está vivo, con lo que resiste a través de la belleza y búsqueda permanente.
Eloy Martínez de la Pera, comisario de la muestra y espíritu sincronizado con el de Cabellut, asegura que a través de esta apasionante propuesta en cuya inauguración también estuvieron presentes la Reina Letizia y el ministro de Cultura Ernest Urtasun y que podrá disfrutarse hasta el 26 de enero, "descubrimos a dos creadores capaces de ver el mundo de una manera diferente, de interpretar la realidad que les rodea haciéndose preguntas poco convencionales, y donde su arte les proporciona una vía de análisis y reflexión capaz de reciclar, renovar y reinventar la interpretación que hacen de su entorno y de los cambios que se producen en él. Artistas con la sensibilidad, audacia y osadía de imaginar escenarios para anticiparse a ellos, de poner en duda las certezas que repiten modelos conocidos para abrir nuevas una profunda, sincera y en momentos despiadada, visión crítica de su sociedad. Dos procesos artísticos que los llevan a encontrarse, en los que cada uno teje sus propios mecanismos de creación, de interrogación y de denuncia por los que transitan para llegar a cuestiones universales". Una de las que se plantea aquí, si cabe con más fuerza, esta heredera racial de la poesía concentrada que habita en las orillas, está relacionada con la veneración a los artistas que la preceden. "Cuando eres joven, crees que el arte nace de ti. Pero hay que fijarse en los artistas que estuvieron antes. No hemos inventado nada", sostiene.
Una librería llena de agua
Mientras nos dejamos mecer por el tránsito embaucador de los demonios y los sueños al tiempo que las esculturas edificadas sobre arpilleras, mantas, arrugas, tintas, pliegues, aspereza, desproporción, textura y tarlatanas –el tejido con el que se limpiaban los grabados en la antigüedad y con el que se siguen limpiando ahora– parecen cobrar vida sobredimensionándose ante nuestro ojos, De la Pera destaca que este es uno de esos casos en los que la intrahistoria que se esconde detrás de la iniciativa es casi tan arrebatadora como el resultado artístico de la casualidad que la detonó. Doscientos años después de que Goya produjera los veintidós grabados al aguafuerte y aguatinta que acabarían integrando la serie en cuestión de Los Disparates, Lita Cabellut los adquirió en la Librería Bardón hace tan solo cuatro, salvándolos de su olvido en el agua.
[[QUOTE:PULL|||"Que no nos podemos quedar en el primer plano de la vida, ni en la luz ni en la sombra, porque todo es transformable"|||Lita Cabellut]]
"Cuando Lita acude a recoger los grabados a la librería de Alicia Bardón se habían producido unas inundaciones muy grandes. Hay un bombero que recoge una carpeta verde durante el siniestro que posteriormente acaba en la Haya. Es en ese mismo momento en el que la artista ve la obra, cuando se pregunta qué quiere contar Goya en ellos", relata acerca del hallazgo y posterior obtención por parte de la propia Cabellut de una de las creaciones más extrañas, disruptivas y crípticas del pintor. La exposición termina con un cuadro blanco. La esperanza en su estadio más puro. La promesa estética y metafórica de que las cosas pueden ser mejores. "No hay textil que se resista a la pasión de Goya", defiende convencida la artista. Ni corazón que aguante los alfilerazos de luz de Cabellut.