San Lorenzo se enamoró de
Iker. Y
Muniain se enamoró del
Ciclón. Es así. Un brutal tsunami de sensaciones une a este club argentino con una identidad especial y a este vasco abierto a las emociones fuertes. Nunca se hubiera imaginado esta historia. Pero sucedió. Y ahora, cuando el primer capítulo se cerró, cuando todo parece pasado, aunque suene ilógico, incongruente, vale decir también en presente y por qué no en futuro.
Seguir leyendo...