No queda nada igual en el mundo. Ni siquiera algunas coronaciones tan milenarias como la de los emperadores de Japón . Los ingleses, tan originales en tantas cosas, saben recoger lo mejor de la liturgia y simbolismo cristiano europeo para vestir una ceremonia como nadie. Hasta los representantes de los países de la Commonwealth -las antiguas colonias inglesas- aceptaron su lugar diferente en esta puesta en escena. Y las iglesias no anglicanas -hasta ahora ausentes de la Corte de San James- desfilaron en procesión como si fueran los nuevos protagonistas del evento. Y todo gracias al nuevo Rey . Carlos III, que fue un pésimo Príncipe de Gales, intrigando contra su madre; interfiriendo en la política con cartas y discursos...
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