Viví unos años en Bruselas y desde entonces dos temas me persiguen porque no soy capaz de posicionarme claramente a favor o en contra. El primero son las multas por no reciclar según la norma. A una amiga se le coló una carta en lo del plástico y a los días llegó otra, reclamando unos euros, a casa. Desde entonces nos imaginábamos a la policía de la basura belga , convenientemente ataviada, registrando desperdicios con minuciosidad de detective privado. Los Sherlock Holmes de la recaudación. Mi segundo gran dilema belga es la obligación de votar. Allí lo es acudir a las urnas. Si no lo haces, debes justificarlo, porque el voto es un derecho pero también un deber. Sin entrar...
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