Esta legislatura comenzó con un descomunal bandazo -el pacto con Podemos tantas veces negado-, siguió con un engaño de Estado -la gestión de la pandemia-, se sostuvo en una continua anomalía política e institucional -indultos a golpistas, asalto a la Justicia, leyes fallidas, terroristas blanqueados como socios parlamentarios - y era lógico que terminase con un giro extraño, una de esas rarezas que han sido santo y seña de todo el mandato. Elecciones en pleno verano. El último espasmo, el órdago a la desesperada de un gobernante sobrepasado por la incapacidad de entender y aceptar las causas de su fracaso. A base de propaganda, Sánchez ha extendido en numerosos sectores de opinión pública una infundada reputación de infalibilidad, de genio...
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