Las hordas ya no sorprenden. Las hordas ven, no leen, y sacan el cuchillo jamonero y oxidado, el piolet que tienen más a mano. Alguien dijo que con las RRSS de micromensajes se había vuelto al epigrama, claro. Al propio Marcial. Y se equivocaban como la paloma de Alberti. Todo fue un estercolero en torno al trágico aborto natural de Ayuso ; un luto silente donde la muerte se ve tan dentro que hasta las hormonas se descabalgan para que la pena negra persista, para que la pelvis y la espalda sigan soportando un dolor que es el de la muerte cuando el deseo era el dar vida. Y sólo una mujer, en última instancia, es quien pasa por ese...
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