Ansiedad, miedo, trastorno del sueño y profunda tristeza o sentimiento de culpa. Los síntomas antes y después de un acto violento se comparten entre todas las víctimas. Pero una persona que tiene una discapacidad intelectual, además, se enfrenta a factores como la dificultad para cuantificar las veces que se lo hicieron o para situar las coordenadas de esos hechos en el tiempo, lo que acaba multiplicando su riesgo (por cuatro) y también el peligro de que la causa judicial se archive. Noticia Relacionada estandar No Profesionales alarmados por las agresiones sexuales: «Estamos viéndolas en niños de Primaria, de 7 y 8 años, con niñas de 4 y 5» Érika Montañés El momento de enfrentar un interrogatorio, ante un tribunal, las...
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