Camino de la plaza, mientras soñábamos con la torería de Morante, un señor me preguntó dónde iba la gente tan arremolinada y con tanta prisa. «Hoy torea Morante», le dije. Y el hombre, cuya profesión no desvelaré para no ponerlo en un brete, me soltó: «Qué malo es Morante». Se me cambió entonces el gesto a miureño, mientras pensaba: «Señor, perdónalo porque no sabe lo que dice». Y me limité a responder: «No estoy de acuerdo». No tenía ganas de arrancar la feria con una discusión. «El bueno de verdad es José Tomás», me dijo. «El más íntegro, el más de verdad», le respondí. Y no es que lo diga yo, sino que recordé las palabras que un día me...
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