La caída de Sheinbaum
El Presidente, que gobierna para las encuestas y no para el bienestar de la población, tendrá que acudir personalmente al rescate de su candidata, Claudia Sheinbaum.
La encuesta de EL FINANCIERO marca un desplome vertical de la abanderada del ala chavista de Morena para ocupar la Presidencia en el próximo sexenio.
No hay maroma distractora que salve a la jefa de Gobierno.
Entre morenistas, la caída de Sheinbaum marca ocho puntos en un mes.
La favorita del Presidente ya no es la favorita de los morenistas: cayó de 41 a 33 por ciento, mientras el canciller Marcelo Ebrard tomó el liderazgo con 35 puntos.
El vuelco nos indica que, como dice el Presidente, “la gente no es tonta”. Y hace un juego de palabras: “Tonto es el que cree que la gente es tonta”.
Así es, y eso ha ocurrido con Sheinbaum.
La pésima gestión al frente del gobierno capitalino no es invento de los medios, pues está a la vista de todos.
A la vista de todos están, también, el derroche en propaganda personal, fuera de la ley, y el descuido en sus tareas para las cuales fue electa.
Su irresponsabilidad llevó a la crisis en el principal medio de transporte colectivo de la capital que gobierna.
Los muertos de manera trágica en el Metro no se explican sino por su irresponsabilidad o ineptitud.
Mandaron 6 mil elementos de la Guardia Nacional a vigilar los andenes del Metro, para reforzar la idea de que se trata de sabotaje y no falta de mantenimiento.
La Guardia Nacional no va al Metro en auxilio de la población que es víctima de terroristas que no existen.
El Presidente ha mandado a la Guardia Nacional, que es parte del Ejército, al rescate de su candidata favorita.
No hay justificación para mandar al Metro a más soldados de la Guardia Nacional de los que hay en 23 estados del país, donde sí hay criminales, clanes, cárteles que son el azote de la población.
Lo que hay en el Metro con el envío de la Guardia Nacional es una operación política para distraer la atención con una mentira –sabotajes provocaron los accidentes mortales–.
Y así, de manera abierta, tenemos al Ejército metido en la sucesión presidencial.
Los mandos castrenses siguen las órdenes de su comandante supremo, pero se están prestando a una tarea política que no les corresponde.
Con la precandidatura de Claudia Sheinbaum que cae en picada, usan al Ejército para levantar su imagen.
El próximo año, con ella rezagada ante su o sus contendientes reales de la oposición, también van a meter a la Guardia Nacional.
No será contra los “saboteadores” del Metro, sino contra los saboteadores del “proyecto”.
Ya han mostrado que desde el poder fabrican delitos para salvar a una ministra de la Corte que plagió su tesis de licenciatura.
Para sostenerse en el poder lo harán todo.
La encuesta de enero señala, además de la caída de Sheinbaum, que Ebrard se puso en la delantera de las preferencias de Morena, que Adán Augusto López avanzó cuatro puntos y que Ricardo Monreal duplicó sus adhesiones entre morenistas, aunque en la parte baja de la tabla.
Pero olvídense de las encuestas: el Presidente va a sostener a Sheinbaum contra viento, marea y mediciones científicas de la opinión pública.
Nunca ha cambiado una decisión. La evidencia no le importa, ni en salud pública, ni en economía ni en obras de infraestructura. Mucho menos en política electoral, donde sólo él es intérprete de la voluntad del pueblo.
Ahora lo veremos personalmente en el salvamento de su precandidata.
Y el próximo año, de lleno, en el salvamento de su candidata.