Cuando EE. UU. viola el más vital de los derechos humanos
Las guerras estadounidenses post 11 de septiembre: Irak, Afganistán y Pakistán, le han costado la vida a un estimado entre 480 000 y 507 000 personas, ha revelado un estudio de la privada Universidad Brown, una de las ocho que conforman la Ivy League, que agrupa las más prestigiosas del mundo.
Esta terrible cifra incluye los combatientes y los civiles muertos durante la violencia bélica, y la mitad de las 500 000 víctimas mortales son civiles.
Al comentar la investigación universitaria, Antiwar.com afirmó que hay que reconocer que es un dramático reporte que está por debajo de la cifra de muertos en las guerras, ya que solamente intenta calcular los que mataron directamente en la violencia de la guerra, y no el enorme número de otros civiles que murió a causa de daños a la infraestructura u otros resultados indirectos.
La lista también excluye la guerra de Estados Unidos en Siria, que por sí sola es fuente de otros 500 000 fallecidos desde 2011.
El reporte también acota que más de 60 000 efectivos estadounidenses han muerto o han sido heridos en el transcurso de las tres guerras mencionadas en el estudio, y ese dato incluye a 6 951 militares muertos en Irak y Afganistán desde el fatídico 11 de septiembre de 2001 que le dio a George W. Bush, el hijo, la «oportunidad» de considerar como «enemigos» a los que llamó «rincones oscuros» del mundo.
El estudio de la Universidad Brown considera además que Estados Unidos ha fallado por haber hecho muy poco en los últimos 17 años para proporcionar transparencia al país sobre el alcance de los conflictos, y concluye que ellos son «inhibidos por gobiernos decididos a pintar un cuadro optimista de perfecta ejecución y progreso».
La terrible información llega al conocimiento público cuando estamos a apenas dos días de otro 11, que en aquella ocasión fue de esperanza, pues callaron las armas en las trincheras de uno y otro lado de la terrible contienda: la Primera Guerra Mundial. El conocido como Día del Armisticio tuvo un momento exacto a los 11 minutos, de las 11 horas, del día 11 del mes 11, de 1918. Pero resulta que la celebración del centenario de la paz acordada tiene lugar en un nuevo escenario de guerra, que el Papa Francisco ha considerado la tercera guerra mundial segmentada.
Las de ahora, como la de hace cien años, siguen siendo irracionales, atentatorias al derecho a la vida de los seres humanos y al desarrollo de los pueblos. Y lo peor es que en el siglo transcurrido siguieron «ganando» las guerras y perdiendo la necesaria paz.
En todos los conflictos que vinieron después, ha estado presente Estados Unidos con terribles consecuencias: la Segunda Guerra Mundial concluyó con el holocausto del pueblo japonés en Hiroshima y Nagasaki, una advertencia nuclear a todo el planeta para que supieran quién se erigía como poder dominante. Le siguieron Corea, Vietnam y el Medio Oriente.
De hecho, Estados Unidos vive en una permanente guerra para sustentar las exorbitantes ganancias de la industria de los armamentos. En el año que terminó el pasado 30 de septiembre, las ventas de armas de Estados Unidos a gobiernos extranjeros se elevó un 13 por ciento, para un total de 192 300 millones de dólares.
Actualmente no son solo las mencionadas por la Universidad Brown, también están en Siria, Yemen, Somalia y Níger, además de que bajo la sombrilla de asesoramiento militar, lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, docenas de locaciones en África y puntos focales en América Latina y el Caribe, forman una cadena de intervenciones y guerra irregulares en los que cada día muere un número no determinado de personas.
Las guerras «invisibles» también matan y en ellas también se muere…