¿Una KDD más?. No, LA KDD. (10 respuestas)
Ésta que está a punto de concluir es mi 59 temporada de esquí, y la 54 juntamente con la Abuela. Si, fuimos novios muy precoces, con 15 años, y ella, desde sus primeras bajadas conmigo, quedó prendada de este mundillo, de tal forma, que siempre ha estado más “enganchada” que yo, que ya es decir. Y ahora, ambos ya setentones y jubilados, creo que el “gusanillo” se ha acrecentado, puesto que uno de nuestros principales ejes vitales hoy, es el esquí, ocupando el segundo lugar después de nuestros hijos y nietos. ¿Y quién creéis que son los responsables de que así sea? Pues Nevasport, con sus foros; sus noticias; su Infonieve y sus KDD´s, y por ende, vosotros todos, amigos foreros y blogueros. Si, la afición ya nos venía de fábrica, creo yo, pero acrecentarla y mantenerla viva es culpa vuestra. Si, de todos vosotros. Y bendita sea.
Nuestro día a día actual, ya jubilados, es muy simple aquí en el pueblo galaico en el que decidimos residir desde la jubilación, huyendo de la gran urbe madrileña. Después de las abluciones matutinas, vamos, todos los días del año, al coqueto gimnasio del Club Social (el de la 3ª edad), y allí disfrutamos durante 2 horas de sus infernales máquinas (bicicletas; elípticas; cinta; remo; step; banco y pesas). Todos los ejercicios acordes a nuestra edad. Los martes y jueves por la tarde, asistimos una hora y media a gimnasia de mantenimiento (ejercicios para fortalecer la flexibilidad; el equilibrio; las articulaciones y demás). En la primavera y verano, complementamos todo ello con actividades outdoor en el idílico entorno del paseo fluvial y la piscina municipal. ¿Con que objetivo? Yo digo qué para tener un envejecimiento activo. Que si, que es cierto, y más para mí que he sido deportista siempre (en mis años mozos, en natación y waterpolo de competición), pero la realidad es que el objetivo capital es poder comenzar una nueva temporada pudiendo esquiar en unas condiciones aceptables. Por eso, cuando comienza una nueva temporada, y nos vemos todavía capacitados para calzarnos los esquís nuevamente y poder deslizarnos por la nieve otra vez, lo consideramos un inmenso regalo. Así de simple, y de complicado a la vez, puesto que los años no pasan en balde. Para los más jóvenes, el comenzar una nueva temporada es sinónimo de poder disfrutar nuevamente de la actividad que más os gusta, sin ningún hándicap añadido, y así nos pasaba también cuando la juventud nos invadía, pero para nosotros, el poder hacerlo significa mucho más que esa ilusión, hace surgir un profundísimo sentimiento muy difícil de explicar. Y si además, lo podemos hacer en compañía de amigos esquiadores, tengan la edad que tengan, el placer roza el infinito.
A todo esto, hace seis años, cual regalo del cielo, aparece Nevasport, y penetra hasta el fondo en nuestra plácida vida, y no para alterarla, que en cierta forma si, sino para enriquecerla y engrandecer nuestros deseos y objetivos de poder cumplir los 100 años con los esquís puestos.:lol2::lol2::lol2::lol2: Y claro está, después de casi dos años de “entrar”- sea invierno; primavera; verano u otoño-, a escudriñar -y participar-, en la página al menos tres veces al día, aflora en nosotros, enfermos de la nieve, un deseo irrefrenable de asistir a una KDD. Y así fue, asistimos a nuestra primera KDD en Vallnord, hace cuatro temporadas. Las emociones personales que vivimos fueron tan intensas, que ya llevamos cuatro seguidas, y lo que te rondaré morena. La mejor forma de describir lo que significó nuestra primera KDD, es reproducir lo que escribí en el foro pocos días después de disfrutarla:
“Cuando en su momento leímos en el foro la convocatoria de la KDD.11 de Nevasport en Vallnord, y sin haber asistido a ninguna de las anteriores, conceptualmente pensamos que se trataba de acudir un fin de semana determinado, a una estación de esquí determinada -seleccionada previamente por los responsables de Nevasport-, para encontrarnos con otros foreros amantes del esquí.
Acertadamente piensas que, terminada cada jornada de esquí, y después de haber realizado bajadas con distintos grupos de foreras/foreros -no predeterminados, pero si homogéneos en cuanto a su nivel y predilección por pistas y zonas concretas de la estación-, nos reuniríamos a consumir unas cervecitas y/o refrescos -según cada uno-, y charlar distendidamente sobre lo acontecido en la jornada, además de conocernos en persona (“Poner cara”, como decimos habitualmente).
Hasta aquí todo correcto, pero hay más, mucho más. Si tienes la suerte de poder asistir -como ha sido nuestro caso-, intuyes desde el primer momento, que los verdaderos motivos de las KDD´s para los responsables de Nevasport, son mucho más que eso. Y ello, me lo hizo ver claro nuestro ilustre PPeinado, durante una corta charla -al poco de conocernos-, que mantuvimos en la puerta del hotel, mientras ambos fumábamos unos cigarrillos (Pues sí. Que uno también tiene sus pequeños vicios, aunque ahora solo sean supra-umbilicales). Debo decir, que estoy totalmente de acuerdo con sus planteamientos y sus objetivos.
Hace años -no tantos-, antes de que se produjera la masificación del esquí -en absoluto negativa-, los que habitualmente lo practicábamos éramos muchos menos que ahora. No existían ni Internet, ni por supuesto, lo que ahora se llaman las redes sociales. Además, se vivía todo de una forma más pausada, y tu entorno de actividad era mucho más reducido y local. Si nos remitimos al esquí, habitualmente subías a la estación más cercana a tu lugar de residencia, y de forma muy esporádica, te permitías el lujo de desplazarte a una un poco más lejana. Estas circunstancias, eran el caldo de cultivo perfecto para crear; mantener y potenciar la amistad y el compañerismo con los demás practicantes de tu zona, conocidos o no. No hacía falta quedar con alguien determinado para subir, sabías que en pistas siempre te encontrarías con alguien conocido, y que te desenvolverías en un ambiente general de camaradería, y que, en muchos casos, los lazos de unión se fortalecían más allá incluso de la práctica del esquí. Se originaban unos vínculos emocionales comunes, que eran el alma y el espíritu de la práctica del esquí. En fin, el núcleo vital del mundillo del esquí (Algo así como sucedía con los moteros de aquella época, que cuando se cruzaban en una carretera cualquiera, se dirigían un saludo, aun desconociendo a quién iba dirigido). Aunque las circunstancias personales de cada uno variaban con el tiempo (trabajo; matrimonio; hijos; etc.), los vínculos a ese mundillo se mantenían inalterables.
Con el paso de los años todo fue evolucionando, y la práctica del esquí también. Todo se aceleraba, y las estaciones se masificaban. La mejora sustancial en nuestro poder adquisitivo; el progreso en acceder a medios de transporte más rápidos y baratos; el crecimiento de la oferta hotelera en las estaciones; etc., posibilitaba que pudiéramos acudir a otras estaciones de esquí más lejanas y con mucha más asiduidad. Todo ello, en detrimento de los vínculos emocionales impalpables que nos unían a los demás practicantes del esquí de nuestra estación. Es decir, el alma y el espíritu se iban perdiendo -casi hasta desaparecer-, pasando a ser practicantes en soledad, o como mucho, en la única compañía de nuestros familiares y/o amigos más allegados.
Pero en el fondo, seguía -y sigue-, vigente la necesidad de relacionarnos con otros practicantes. Poder comentar nuestros avances -o estancamientos-; nuestra opinión sobre una determinada estación; de dar envidia -sana, eso sí-, a otros con la adquisición de nuestros nuevos esquís o nuestras nuevas botas; de que los demás puedan ver nuestra técnica bajando; etc. etc. Entonces, y como único sustitutivo posible a los lazos personales, recurrimos a las redes sociales, y en particular, a foros como Nevasport, donde intentamos cubrir la pérdida del contacto personal. Pero los foros, aún con su inmensa bondad, son necesariamente impersonales. Casi diría, que actuamos con una cierta clandestinidad -en el buen sentido-. Los demás nos conocen solamente por un alias (nick), y un emblema que nada tiene que ver con nosotros realmente (avatar); desconocen nuestro nombre de pila -no digamos nuestro apellido-, y en la mayoría de los casos, nuestra fisonomía, casi siempre oculta en las fotos tras un casco; una máscara y una vestimenta tan particular, que no da opción a ser reconocidos fielmente. Si nos presentamos en las pistas vestidos de calle, nadie sería capaz de reconocernos. Con estos mimbres, pocos cestos se pueden hacer.
En ese punto, es donde aparece el hada madrina Nevasport con sus KDD´s, para sacarnos de esa soledad emocional, intentando por encima de todo, que volvamos a recuperar esos vínculos emocionales comunes de antaño, que conformaban el ambiente especial del mundillo del esquiador.
En la KDD nos conocemos personalmente -vestidos de esquí y de calle-; esquiamos juntos; comemos y bebemos juntos; conversamos juntos; reímos, y en algunos casos, lloramos juntos y compartimos experiencias personales cara a cara. Y así, sin que nos demos cuenta, dejamos a un lado la pantalla del ordenador y del móvil; los nicks; los avatares y demás, y nos convertimos en amigos en la cercanía y en compañeros de afición. ¡¡Resucitamos el alma y el espíritu que tanto necesitábamos!!
Cuando regresamos a nuestra casa, lo hacemos con la agradable sensación de haber convivido, y en muchos casos, entablado una duradera amistad con los que hasta ese momento solo eran para nosotros un avatar y un nick. A su vez sentimos, que la próxima vez que entremos a participar en el foro, algo sustancial ha cambiado, y que nuestras preguntas; respuestas y comentarios, ya no van dirigidos a un avatar ni a un nick, que somos capaces de dirigirlas a alguien con un rostro definido; a alguien cuyo tono de voz hemos escuchado y algunas características personales más que conocemos. El cambio ha sido sustancial.”
Pues bien, si esos fueron los sentimientos que fluyeron después de nuestra 1ª KDD, los cuales suscribo enteramente, imaginaros de qué manera se han ido incrementando en cada una de las siguientes. Hasta esta última en Panticosa, que para nosotros dos, siempre será LA KDD con mayúsculas, puesto que, además de vivir -y acrecentar-, la emoción de las demás, nos ha hecho vivir uno de los momentos más inesperados; emotivos y sentimentales para dos “viejos esquiadores”, y a la vez, “dos esquiadores viejos” como nosotros.
Por tanta simpatía; cariño; afecto y amistad, que nos habéis demostrado todos los que habéis asistido, nuestra inmensa gratitud y cariño. Y, ¡¡¡¡Gracias Nevasport!!!!
PD. Me ha salido otra “batallita”, pero el que avisa no es traidor.