Oligarca ruso: significado e historia de un tipo de empresario que nació en la URSS, creció con la Perestroika y se adaptó a Putin
Así, Alexéi Mordashov (el hombre más rico de Rusia), el propio Abramovich, Oleg Deripaska, Alisher Usmanov, Viktor Vekselberg, Leonid Mikhelson, Vagit Alekperov o Dmitry Rybolovlev son algunos de los hombres en torno a los cuales se tejen miles de historias y que ahora están en la mira.
Las sanciones que está recibiendo Rusia desde que el gobierno de Putin tomó la decisión de invadir Ucrania volvieron a poner en escena a los llamados "oligarcas rusos", ya que el proceso de internacionalización de su riqueza los expondría a las medidas de ahogo financiero y económico dispuestas contra el régimen moscovita.
Según un artículo publicado en la página de la CNN "no es el mejor momento para ser un oligarca ruso", dice al comentar cómo Roman Abramovich, un hombre de 55 años con un valor estimado de u$s 13,500 millones, anunció que venderá el Chelsea Football Club, que adquirió en 2003.
Así, Alexéi Mordashov (el hombre más rico de Rusia), el propio Abramovich, Oleg Deripaska, Alisher Usmanov, Viktor Vekselberg, Leonid Mikhelson, Vagit Alekperov o Dmitry Rybolovlev son algunos de los hombres en torno a los cuales se tejen miles de historias y que ahora están en la mira.
¿Qué son y de dónde viene, entonces, esta clase de empresarios y que han hecho para merecerse ese mote que los distingue de cualquier otro millonario?
Según se los describe habitualmente en la prensa, los oligarcas rusos son acaudalados empresarios de las antiguas repúblicas soviéticas que cuentan con una riqueza acumulada rápidamente durante la era de privatización rusa en el periodo posterior a la disolución de la Unión Soviética en los años 90.
Sin embargo, no son solo rusos sino también fundamentalmente ucranianos, en tanto el régimen que los prohijó para convertirse en lo que son imperó también en ese país cuando formaba parte de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Los primeros oligarcas modernos surgieron en la época de Mijaíl Gorbachov durante el periodo de la denominada Perestroika, con la liberalización del mercado. Pero no surgieron de un día para el otro sino que, en muchos casos, forjaron su riqueza como resultado de la rapiña a la que podían acceder como directores de las enormes empresas estatales soviéticas, en una época donde la propiedad privada había sido abolida y, por lo tanto, no podían enajenarla bajo la forma de la venta ni legarla a sus hijos bajo la forma de una herencia, de ahí el carácter inestable de esa clase tan sui generis de propiedad.
León Trotsky, uno de los líderes de la revolución bolchevique que tomó el poder en Rusia en 1917, anticipó el fenómeno en la década del 30, cuando ya se encontraba en el exilio perseguido por Stalin: dijo que si no se producía una revolución política que echara a los burócratas de la URSS tarde o temprano los burócratas de la nomenclatura soviética buscarían convertir sus "privilegios" en "propiedad privada".
Su condición de oligarcas, calificación con la que se los intenta diferenciar de otros acaudalados, tiene que ver, no solo con su carácter minoritario y por la forma despótica que ejercieron el pasaje de un régimen a otro preservando y acrecentando su poder, sino también por su escasa tradición dentro del mundo de los negocios. Oligarcas debe traducirse, además, como advenedizos. Sus detractores les endilgan vivir constantemente de los favores gubernamentales, otra fuente de inestabilidad.
El dirigente argentino Jorge Altamira, un trotskista de larga trayectoria, los sentenció en un artículo reciente diciendo que "no tienen la autoridad social que confiere la historia", en tanto se trata de un sector social "sin más títulos que el arrebato reciente del poder y de la propiedad, como un salteador de caminos".
Dueños de clubes de futbol y de empresas petroleras, habitués de las páginas de revistas donde despliegan sus riquezas, algunos de esos oligarcas que amasaron grandes fortunas de la nada durante la época de Gorbachov y después con Yeltsin, también supieron acomodarse al favor de Vladimir Putin.
"La nomenklatura no podía convertirse de conjunto en clase capitalista", refuerza un artículo publicado en la revista Estrategia Internacional, que muestra "cómo se fueron conformando, a partir de operadores que actuaban en los márgenes del sistema oficial como intermediarios en una inmensa economía en las sombras que traficaban insumos, desde materias primas hasta empleados, los sectores que transformaron el robo en una acumulación primitiva capitalista".
La nota reseña como se formaban "verdaderos feudos dentro de los ministerios, y luego con la privatización de facto de las empresas por sus directores", un proceso que luego de la caída la URSS los llevó a transformarse en "nuevos ricos" y "oligarcas".