Por lo general, las guerras tienen un motivo: la guerra de Ucrania no lo tiene, lo que es una innovación notable. Cuando Putin emprendió las operaciones militares, se trataba de proteger a los rusos contra la opresión ucraniana. Pero, cuál no sería la sorpresa de los soldados rusos, intoxicados por esta propaganda, al descubrir que la mayoría de los ucranianos hablaban ruso y compartían la misma cultura que ellos. La única diferencia entre los invasores y los invadidos era la democracia: Ucrania es una democracia, Rusia no lo es. Por lo tanto, Putin tuvo que inventar otra causa para justificar la invasión: liberar a los ucranianos del neonazismo, completar la obra del Ejército Rojo en 1945. ¡Vaya! Los soldados rusos...
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