Una podadora

Hace unos meses escribía esto, clamando por una mísera rampa para que un vecino que se desplaza en silla de ruedas pudiera bajar a la playa, recibir la brisa marina y otros caprichos mundanos, como remojarse en el mar. Hoy escribo reclamando una podadora.

Sí, una podadora. No sé exactamente qué tipo, eso se lo dejo a los expertos del ayuntamiento de Almonte (Huelva), pero que nos hace falta una buena podadora, eso se lo garantizo. A veces las barreras arquitectónicas son barreras vegetales. Los arbustos nacen, crecen, se expanden e invaden las aceras, constituyendo una barrera insalvable. Comprendemos que tener una podadora a mano no debe resultar fácil. Pero la gestión municipal es así de dura, en ocasiones. El servicio público comporta sacrificios que conllevan una notable condición física y espiritual, la vocación de servicio al ciudadano.

Me refiero a la podadora porque solventaría de una tajada lo intransitable de gran parte del acerado, como se observa en esta fotografía con un obstáculo aéreo por frondosidad de arbusto. Al caminar por esta acera, el bastón no puede detectar las bellas flores fucsia; la persona ciega, confundida, se adentra en una nebulosa vegetal, con el consiguiente impacto en cabeza y ojos, amén de los restos de flora y fauna que quedan adheridos al cabello.

Ya llegando a una de las bajadas principales a la playa, frente al hotel Flamero, la persona que camina guiada por su bastón por esta acera, encuentra el camino impracticable, debido a la maleza que invade desde hace años ese trozo de acerado. Al otro los contenedores y la peste.

Todos los transeúntes, con discapacidad, sin ella, con carritos de bebé, con niños de la mano o llevando del brazo a una persona mayor, deben arriesgarse y proseguir por la calzada. Situación esta peligrosa, ya que a la izquierda hay una calle, la entrada de un aparcamiento y decenas de otras personas yendo y viniendo de la playa.

Además, tal y como se construyó, sin cambio de textura en el pavimento, la persona ciega carece de cualquier referencia táctil que pueda detectar su bastón. El paso de peatones en este punto está a la misma altura del bordillo, con lo que una persona ciega se encuentra en medio de la calle sin saberlo. Un peligro.

Como entendemos que ni se plantean desde el ayuntamiento almonteño destripar el paso de peatones con un martillo neumático, dado el precio de la energía, desde estas líneas pedimos la podadora para el desbroce de las aceras y que tanto abuelas con carritos de bebé, como personas ciegas, como niños de la mano de sus padres puedan ir y venir de la playa con un mínimo de seguridad. Lo de ser arrollado por un vehículo que ruede a toda velocidad, ya, si acaso, para cuando afronten el coste del martillo neumático.