Roca Rey revienta San Lorenzo con buenos toros de El Pilar
Un torero en plena sazón, con el valor aflorando por todo su cuerpo, con la torería de los mejores, con el sello y el aura de un auténtico figurón del toreo. Su primera victoria fue la plaza de Huesca a rebosar y las ganas por verlo torear que se veía en las caras ilusionadas de los espectadores que hacían cola para alcanzar sus localidades. Y toreó Roca Rey, vaya si toreó. Cortó tres orejas, que debieron ser cuatro, aunque los deslices presidenciales que se produjeron a lo largo de toda la corrida ni quita ni pone gloria sobre todo lo que el peruano desarrolló ante una buena, con nobleza y casta, corrida de El Pilar. El segundo, un colorado cinqueño, mansito, pero que ya ante los capotes evidenció sus largas y humilladas embestidas. Apenas lo probó con la muleta, y ya estaba citando con la mano derecha para cuajar una serie de mano baja, de muletazos largos, de mucho poder. Por el pitón izquierdo le costaba ligar, aunque no bajo la intensidad, que resultó una auténtica explosión en los finales, consintiendo lo que parecía imposible, aguantando parones con los pitones rozando los bordados y con los tendidos bramando de emoción. Dos orejas de ley, que nada tuvieron que ver ni con todas las que se concedieron los días anteriores ni las que se otorgaron minutos más tarde. Aún quedaba otro toro, el quinto, con su picante, lo que aumentó si cabe el valor de todo lo que dibujó Roca Rey sobre la arena. Intenso e inmenso de poder hasta rendir a sus pies al de El Pilar. Estocada, muerte de bravo, y tan solo un trofeo. Nadie le puede quitar ni un ápice a la gran tarde de toros que ofreció a los oscenses. Las dos orejas le dio el usía a Cayetano del cuarto tras una faena enrazada, de más rabia por conseguir trofeos que otra cosa, más después del naufragio que le supuso el primero. La foto de la salida a hombros con Roca parece el objetivo cumplido. Ginés Marín pudo salir también en volandas, pero el palco, tan inestable en cuanto a criterio, quiso que sus premios fueran una oreja en cada toro. Dio una buena tarde, con ambición y un excelente toreo al natural. Al margen de todo, la tarde y la feria la conquistó sin reservas un torero que llena el espacio y las plazas.