El dólar soja vuelve a escena: la sequía apremia, las reservas caen y los reclamos crecen
Unas siete millones de hectáreas en condición de severa escasez hídrica por falta de lluvias, una caída del 40% en la producción del trigo y situaciones críticas para el maíz y la siembra de soja... El panorama expresado por la Bolsa de Comercio rosarina muestra que la sequía proyecta reducir fuertemente la liquidación de divisas provenientes de las exportaciones del agro, las cuales se muestran planchadas tras el adelanto de ventas que impulsó el dólar soja.
Pero la mayor sequía es la que, en parte a raíz de ese menor ingreso actual de agrodólares, padece el Banco Central, que volvió a ver acelerarse este mes la salida de reservas de manera alarmante, al punto de ceder más de u$s 600 millones en solo siete ruedas.
La implementación del dólar Qatar, con el que se buscó desalentar los gastos en el exterior, parece no haber hecho mella en los miles de hinchas argentinos que dos semanas antes de la cita mundialista ya comenzaron a dar vueltas por territorio árabe. Algunos fueron al blue para viajar con los dólares, otros lo harán después para pagar la tarjeta, y muchos hacen cuentas para descargarlo de Ganancias y Bienes Personales a mediados del año próximo, pero la mayoría decidió no perderse la oportunidad de ver a Lionel Messi en su posible último Mundial.
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Además, el anuncio del tipo de cambio diferencial para el turista que quiera venir a gastar sus dólares en la Argentina, difícilmente de muestras de beneficios en el corto plazo.
Por eso, no extraña que circule en el mercado el rumor de un nuevo dólar soja que alimente las arcas del BCRA para fin de año, de manera de remontar, una vez más, la cuesta de la meta de acumulación de reservas fijada en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y eludir el pedido de un waiver que hoy parece inevitable. Aunque difícilmente se encuentren muchas toneladas por vender para repetir el efecto de una medida que sumó más de u$s 5000 millones.
Pero la necesidad está y para las Fiestas, cuando la fiebre mundialista se haya apagado, Economía deberá responder adicionalmente a la presión kirchnerista y de la izquierda -creciente por estos días desde intendentes, gremios y movimientos sociales-, en favor de un bono y/o suma fija de $ 50.000 para paliar una inflación que se aprestará a marcar los indeseados tres dígitos anuales.
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La idea será ayudar a llevar a la mesa un pan dulce a Precio Justo, tal el nombre del plan que se busca cerrar con las empresas, precisamente, a cambio de liberar dólares para importaciones y evitar que la falta de insumos profundice la incipiente caída de la actividad industrial.
El combo más complejo para un país en el que faltan divisas pero sobran los pedidos por la fuerte inflación.