Al rescate de los restos olvidados de las murallas de Mayrit
Hace 1.158 años, el emir Mohamed I de Córdoba ordenó levantar murallas en una aldea elevada entre dos mundos, una frontera junto al río que separaba el territorio musulmán de los reinos cristianos. Hace más de un milenio, los torrentes de agua corrían por ese Madrid primigenio, bautizado como Mayrit (literalmente, «abundancia de agua»), pero los años borraron esos cauces y, después de que el rey Alfonso VI de Castilla conquistara la ciudad en 1.083, sus raíces también desaparecieron de los libros de historia. Durante siglos, Madrid olvidó de dónde venía . Esos vestigios, muy pocos, sobreviven a su suerte en el corazón de la capital, la única ciudad europea de fundación árabe. Hay pinceladas de arte mudéjar repartidas por calles y edificios y, sobre todo, está la muralla . Esos primeros muros que configuraron una fortaleza a orillas del río Manzanares en el siglo IX y a los que más tarde se sumaron las tapias cristianas. De estas murallas solo quedan restos; algunos engullidos por la evolución de la urbe, decorados con grafitis o escondidos en los bajos de inmuebles con unas pocas décadas de vida. Y el Ayuntamiento de Madrid ha decidido rescatarlos. La Junta de Gobierno que se reúne semanalmente en el Palacio de Cibeles aprobó este jueves el plan especial para la protección de la vieja muralla, declarada monumento histórico-artístico el 15 de enero de 1954. Más tarde, el Plan General de Ordenación Urbana de 1997 —el texto que regula el urbanismo madrileño— estableció su protección y catalogación, sin embargo, «hasta el día de hoy nadie había puesto en marcha el plan especial que busca poner en valor estos grandes lienzos de muralla y darle una coherencia al parque del Emir», anunció el concejal delegado de Desarrollo Urbano, Mariano Fuentes (Cs). Código Desktop Imagen para móvil, amp y app Código móvil Código AMP 2280 Código APP El parque del Emir Mohamed I, en honor al fundador de Madrid, guarda el pedazo más grande la muralla árabe. El consistorio pretende instalar ahí unos cerramientos y adaptar la colindante parcela de la calle Bailén, 12. En total, son seis parcelas con los vetustos muros: la de la Bailén, los números 13 y 21 de la calle de la Escalinata, los números 1 y 11 de la calle del Almendro y la Cava Baja. 300.873 metros cuadrados de superficie con restos de muralla que el ayuntamiento pretende blindar El plan municipal recoge el Área de Planeamiento Remitido (APR) Muralla, la superficie de unos 25.000 metros cuadrados repartida en tres manzanas históricas que fue delimitada en 1997 (ver gráfico), y lo expande hasta una gran zona de protección. La nueva superficie blindada contará con 300.873,50 metros cuadrados e incluirá parcelas públicas y privadas y espacios que contienen (o pueden contener, según está comprobada o documentada su existencia) restos de muralla. El objetivo de esta normativa específica, informan desde el ayuntamiento, es que «permita la recuperación paulatina de los lienzos, así como la ordenación completa y pormenorizada del ámbito, la catalogación de los elementos protegidos, la inclusión en el catálogo de edificios de nuevos inmuebles y la calificación y puesta en valor de zonas verdes que servirán como puntos de contemplación de la muralla y de divulgación cultural». Es decir, las ruinas de la ciudadela tendrán, por fin, su lugar. Compra de parcelas Como existen solares sin edificar en la zona original protegida (el APR Muralla) y de titularidad privada, el ayuntamiento prevé gastar 9 millones de euros «en los próximos años», señaló este jueves Fuentes, para adquirirlos. «Buscamos la recuperación de estas parcelas generando nuevas zonas verdes donde se puedan ver y disfrutar estos lienzos y, sobre todo, que haya una explicación de qué es lo que había ahí», añadió el concejal. Estos parques, además, pertenecerán al catálogo de jardines de interés con el nivel 4 de protección «por tratarse de espacios situados en lugares de especial significación de la ciudad», plantean desde el área. Una tercera pata del plan especial está orientada a revertir la parálisis urbanística en el APR Muralla, donde se podrá compatibilizar la existencia de los vestigios insertados en las construcciones con obras de rehabilitación y mejora de las condiciones medioambientales y de habitabilidad. Uno de los trozos de muralla insertados en un inmueble de la calle del Almendro TANIA SIEIRA Aún así, esta nueva hoja de ruta para proteger el patrimonio histórico de Madrid apenas ha empezado a caminar. La aprobación inicial en Junta de Gobierno es el primer paso: ahora el texto se somete al correspondiente periodo de información pública, un mes donde podrá recibir alegaciones de ciudadanos y asociaciones. Después será el turno del resto de grupos municipales y, al final del largo camino burocrático, el equipo de gobierno necesitará los votos suficientes en el pleno de Cibeles para lograr la aprobación definitiva de la norma. Escarbar en el pasado Desde que el rey Alfonso VI tomara Madrid (o Magerit) tras 250 años de ocupación musulmana, sus raíces se menospreciaron, como muchos de sus ciudadanos árabes, que fueron realojados en uno de los antiguos arrabales, donde hoy está el barrio de La Latina. Cientos de años más tarde, durante el reinado de Felipe II, en el siglo XVI, Madrid ascendió a capital de España, una decisión que desencadenó la destrucción de la mayoría de edificios de la época islámica. La historia se tapó, hasta el siglo XIX, cuando los arabistas escarbaron para difundirla. «Lo más importante es que el ayuntamiento ha reconocido el origen de la ciudad, que es andalusí, árabe», celebra el presidente del Círculo Intercultural Hispano Árabe , Abdo Tounsi, en conversación telefónica con ABC. Este comerciante jubilado y amante de la historia nació en Jordania, aunque ha vivido 50 años en España y ha peleado, en los últimos ocho, cuando fundó la asociación, por visibilizar el pasado de al-Ándalus en el país y en la capital. «Hay un desconocimiento por parte de la población», reconoce Tounsi, «pero no se puede ocultar lo evidente, es fundamental que los madrileños conozcan su origen». En el último lustro, el Círculo Intercultural Hispano Árabe y otras entidades han rascado varios reconocimientos al Ayuntamiento de Madrid. Entre otras cosas, renovar los letreros en el casco histórico, que ahora se pueden leer en árabe, e incluir una ruta del Madrid árabe en los recorridos turísticos. Uno de los más significativos, en 2019, fue completar el nombre de la plaza dedicada a Maslama , un perímetro rodeado de pequeños chalés adosados en Chamartín. La Junta de Distrito cambió la placa, que ahora reza: «Plaza de Maslama Al-Mayriti ». El apellido significa «el madrileño». «Fue un ilustre andalusí que nació en Mayrit en el siglo IX», cuenta Tounsi. Era un reputado astrónomo, una figura clave en el cénit que vivió entonces la astronomía en la ciudad. Quizá Maslama no es tan popular , pero él plantó la semilla de la afamada frase de los madrileños: «De Madrid al cielo». Aunque la huella de ese Mayrit original es pequeña. El mejor recordatorio de aquellos siglos es el parque del Emir Mohamed I, junto a la Catedral de La Almudena (nombre que proviene de «al-Mudayna»). MÁS INFORMACIÓN noticia En la plaza de Oriente también perduran las ruinas de una atalaya islámica del siglo XI, engullidas por un aparcamiento público, y en la plaza de Ramales sobrevive un silo islámico, el único que queda. Y, por supuesto, esos tramos de muralla desperdigados por el centro, símbolo del lema de Madrid : «Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son».