En El Sadar es imposible ganar sin arremangarse. Para llevarse los tres puntos de Pamplona es obligatorio igualar, como mínimo, la intensidad de un siempre combativo Osasuna. No basta con dominar, hay que morder. Lo supo hacer el Barça, especialmente cuando peor estaban las cosas, y se impuso 1-2. Marcó
Koundé de cabeza antes del descanso y sentenció
Lewandowski, de penalti en el 86', replicando al empate de
Chimy Ávila. Debutaron en la segunda parte
Cancelo, Joao Félix e Iñigo Martínez, pero de momento la batalla les vino grande para su escaso ritmo competitivo.
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