Bajo el ruido del plan anticrisis y su controversia política y mediática, el Consejo de Ministros expidió ayer el decreto que apaga las últimas luces de la razón en la enseñanza. El currículum de la ESO, con su hilarante neolenguaje de pedantería tecnocrática, remata el trabajo de desilustración comenzado en la Primaria y garantiza que los alumnos lleguen a los dieciséis años sin la formación adecuada pero catequizados en los principales ‘mantras’ identitarios de la izquierda contemporánea. Consolida la supresión de las notas numéricas y la obtención del título sin límite de suspensos, suprime la Filosofía, los logaritmos o la cronología histórica e introduce en todas las materias una obligatoria «perspectiva emocional y de género». El grueso de la instrucción...
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