Hoyaba la arena Cascabel. Así, con 'y', a lo cubano, hacía surcos con el hocico. «Cómo coloca la cara», decían. Era la nueva forma de expresar que un toro humilla y que a muchos revisteros antiguos les horrorizaría. Embestía este garcigrande con una profundidad que rozaba la embestida mexicana, tan dormida. Y más aún la ralentizó Tomás Rufo, dueño del temple de Castilla. Impresionaba a los tendidos ver a un matador tan joven «con esa serenidad» en su novena corrida. Nueve tardes de gracia. En cartel de figuras, cotizaba al alza el toledano. Y no falló. García Page, un socialista que no comulga con la religión antitaurina de Sánchez, aplaudía entusiasmado al torero de Pepino. Decía el confirmante en el...
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