Es el mercado, amigo
Mientras Europa se dispone a intervenir el mercado energético, Francia nacionaliza la mayor eléctrica de Europa y Alemania hace lo propio con la filial alemana de Gazprom, en España se lía parda porque Yolanda Díaz y Alberto Garzón le piden a los grandes supermercados que renuncien a parte de sus márgenes millonarios y bajen el precio de la cesta de la compra. Hasta la ministra de Defensa, Margarita Robles, les dice a sus compañeros, la ministra de Trabajo y Economía Social y el ministro de Consumo, que no hagan esas propuestas “que no les corresponde”. La ministra de Defensa. Es para reírse si no fuera tan serio.
Europa se ha vuelto bolivariana; Francia, comunista y Alemania es Venezuela, según el consenso mayoritario en nuestro país, donde a la socialdemocracia de Unidas Podemos se le llama ‘extrema izquierda’. Caen los mantras liberales uno tras otro en la Unión Europea —primero la austeridad, ahora el laissez faire— pero aquí nos siguen comiendo el tarro con que al mercado se le mira y no se le toca. Aquí nos siguen repitiendo que subir el salario mínimo paraliza la economía y ha ocurrido lo contrario las dos veces en las que el Gobierno lo ha subido.
Yolanda Díaz quiere subirlo una tercera y les recuerda a los empresarios que quienes más tienen, más deben aportar, y se le rebelan. Les pide que firmen subidas salariales en los nuevos convenios colectivos y escurren el bulto. En auxilio de los patronos sale la derecha, pero también el Banco de España, que debería llamarse ‘la Banca de España’. El Ejecutivo quiere aprobar esta semana una propuesta de ley para aprobar un impuesto extraordinario a la banca y a las eléctricas por la crisis que estamos viviendo y no se creerán quién se opone: también la derecha y la ultraderecha, contra todo pronóstico. Quién lo hubiera dicho.
Pero seamos justos. Los liberales de este país también están preocupados por el precio desorbitado de la luz. Esta semana le han enviado al Gobierno una propuesta: hacer que las eléctricas rebajen la factura a quienes reduzcan su consumo. ¿Es que se han vuelto socialcomunistas? No, amigos, la idea es que la rebaja la pague el Estado, o sea, el dinero de los ciudadanos, para que las eléctricas no pierdan un duro. No es una rebaja a nuestro bolsillo, es quitárnoslo de otro bolsillo como vulgares trileros. Es para reírse si no fuera tan serio.
Todos estos que defienden al mercado por delante de los ciudadanos se autodenominan ‘constitucionalistas’. Me permito recordarles que “toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general. Se reconoce la iniciativa pública en la actividad económica. Mediante ley se podrá reservar al sector público recursos o servicios esenciales, especialmente en caso de monopolio y asimismo acordar la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés general”. Es el artículo 128 de la Constitución Española, no la cubana. Los constitucionalistas son los que menos se la han leído.
La petición, que no imposición, de Díaz y Garzón a las grandes superficies para que reduzcan la cesta de la compra reduciendo beneficios debería ir acompañada de ayudas al pequeño comercio para que no salga dañado. Es una propuesta mejorable pero abre un debate necesario sobre quién soporta el peso de la inflación y la crisis. Abre un debate que en España no se permite, a saber, si el Estado debe intervenir para proteger al ciudadano. Europa y nuestra Constitución dicen que sí, pero en nuestro país aún rige la máxima de Rato: ‘Es el mercado, amigo’. Al mercado no se le discute, se le obedece.