Los Lakers o c?mo construir una franquicia ganadora
Como en todo deporte de conjunto, a pesar del indudable peso de las individualidades, el b?squetbol guarda historias memorables tanto de gestas grupales como de fracasos dignos de reconocimiento. En The Last Dance (2020), nos acercamos de manera casi a ras de duela al fuerte significado de Michael Jordan no solo para los Bulls de Chicago, sino para la NBA y el deporte en general durante los noventas. Toca el turno a otra gran franquicia que despunt? sobre todo a partir de la d?cada de los ochentas, fortaleciendo, de paso, la idea del espect?culo como centro de atracci?n para ampliar el rango de los aficionados al baloncesto.
Y justo esa premisa sustenta el desarrollo argumental de la elusiva serie Lakers: tiempo de ganar (Winning Time: the Rise of The Lakers Dinasty, EU, 2022), creada por Max Borenstein (Swordswallowers an Thin Man, 2003; escritor de ?Cu?nto vale la vida?, 2020, y de las pel?culas recientes de Godzilla); y Jim Hecht (La era del hielo 2, 2006), y estructurada en 10 cap?tulos que privilegian a alguno de los personajes involucrados sin perder el contexto general de la renovaci?n de la franquicia. Se narra en particular el draft de 1979 y la preparaci?n y desarrollo de la temporada de 1980 en la que, se sabe, resultaron campeones al vencer a Filadelfia en la serie final, si bien esperaban toparse de frente contra los Celtics y su arrogante due?o con todo y sus anillos ganados.
La serie busca ser abarcadora al contemplar los distintos componentes del equipo: los jugadores y sus vidas fuera de la duela; los entrenadores que van y vienen; un poco de los rivales, sobre todo de 76?ers de Filadelfia y los Celtics, en particular la figura antag?nica del gran Larry Bird, aqu? en plan pendenciero (Sean Patrick Small), y finalmente, el aparato administrativo liderado por el nuevo due?o, un hombre arriesgado de vida disipada, que mueve dinero de un lado para otro, negocia hasta lo imposible y mantiene el prop?sito firme de crear una nueva franquicia dentro de la NBA, con toda la espectacularidad necesaria tanto en la forma de juego como en los elementos que la rodean, entre porristas e instalaciones propicias: el show debe continuar.
Por lo que toca a los jugadores, adem?s de revisar las relaciones y jerarqu?as que se establecen, se retoma sobre todo la contrataci?n del novato estelar Magic Johnson (Quincy Isaiah, desenfadado) y su proceso de adaptaci?n al equipo, manteniendo siempre la sonrisa, poco a poco deslumbr?ndose por la fama y el dinero y alej?ndose de sus or?genes familiares, novia incluida (Tamera Tomakili); a Kareem Abdul-Jabbar (Solomon Hughes, inamovible) y su misticismo, as? como su liderazgo y aparente desapego de la necesidad de triunfar, hasta que requiere que el equipo gane, y a Spencer Harris (Wood Harris) y sus problemas de adicci?n y como padre de familia.
En relaci?n con ellos, se presenta al conjunto de entrenadores, empezando por Jerry West (Jason Clarke, explosivo), cargando con sus propias dificultades emocionales y atrapado entre la renuncia definitiva y la permanencia como asesor; el obsesivo y met?dico Jack Mckinney (Tracy Letts, implacable), entrando al quite e imponiendo su estilo hasta que tiene que ser sustituido por su segundo de a bordo, Paul Westhead (Jason Seagel), soltando frases shakespereanas para superar sus inseguridades y apoyado por Pat Riley (Adrien Brody, oportuno), reci?n retirado que no tuvo mayor suerte como comentarista pero que se col? de ?ltimo minuto como asistente, dadas las circunstancias. Entre acuerdos, codazos, diferencias y momentos de alta tensi?n, van sacando al equipo adelante.
Y est?, finalmente, el equipo gerencial, encabezado por una muy eficiente Claire Rothman (Gaby Hoffmann), quien se apoya en Jeani Buss (Hadley Robinson), la hija del due?o jugando un papel dif?cil pero con ideas que tienen potencial; est?n adem?s, miembros del staff (Brett Cullen, Stephen Adly Guirgis), quienes colaboran en las grandes negociaciones fuera del campo y con las decisiones importantes al momento en el que empieza a correr el reloj. Dirigiendo todo el asunto, aparece el arriesgado nuevo due?o Jerry Buss (John C. Reilly, desatado), tomando decisiones temerarias pero con el claro objetivo de convertir al equipo en una franquicia ganadora, a pesar de ser un reci?n llegado: parece solo hacerle caso a su querida madre (Sally Field en plan de titiritera).
Para apoyar las consistentes actuaciones, ah? est? la abundancia de recursos visuales que se integran de manera oportuna al desarrollo del relato, gracias a una minuciosa edici?n que se advierte desde la presentaci?n de los cr?ditos mismos: ruptura de la cuarta pared, c?mara detenida, letreros indicativos, alguna estatua que le habla al personaje, di?logos improbables, combinaci?n de texturas en la pantalla, a veces dividida, edici?n vertiginosa, animaci?n disruptiva, dislocaci?n sonora e imprevistos llamados al espectador, ya imbuido en el ambiente con esas pertinentes inserciones musicales y momentos fiesteros.
Salvo las secuencias de los partidos, que no logran ser convincentes, la puesta en escena resulta absorbente, adem?s recuperando en todo momento el esp?ritu de aquellos d?as en lo que el SIDA todav?a era mayormente desconocido: no faltan los excesos con todo y los conflictos generados en todos niveles, as? como los momentos de franca complicidad y camarader?a. No obstante los resultados de los partidos son conocidos as? como el resultado final de la temporada, se consigue darle un toque de tensi?n a c?mo va evolucionando el conjunto y de qu? manera van resolviendo los imprevistos, casi siempre con los dedos en la puerta, entre derrotas inesperadas y triunfos al filo del cron?metro.
Sabemos que Los Lakers ganaron cinco t?tulos de la NBA entre 1980 y 1991, llegando a disputar nueve finales, sustituyendo a los queridos Celtics como el equipo a vencer, con todo y su prepotente mandam?s (Michael Chiklis). Entre toda esta locura de decisiones arrebatadas, apuestas alt?simas y ajustes al momento, se logr? construir un equipo con plena identidad y que le brind? a la liga un bienvenido toque de espectacularidad. La serie tiene la virtud de ir m?s all? de la duela y sumergirse con dosis de humor en los entretelones de un equipo profesional, usualmente conocido solo por lo que sucede en el campo de juego. Ac? nos metemos hasta la cocina, entre vestidores, entrenamientos, oficinas, hoteles, aviones, clubes nocturnos y rec?maras.
Fernando Cuevas
cinematices.wordpress.com
@cuevasdelagarza