No se recuerda un Mundial en el que haya aflorado tanto talento emergente. No hay ni una selección en cuartos de final que no tenga por lo menos un futbolista de la denominada como 'generación Z', la que componen los nacidos después del 2000. Son jugadores todavía considerados como jóvenes, pero están escribiendo su nombre en el radar del gran público, siendo algunos de ellos esenciales en el buen funcionamiento del combinado al que pertenecen.
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