Se fue
Neymar. Marchó Brasil. Y se quedó
Messi. Con dos cracks. Dos porteros. Uno croata, de 27 años,
Dominik Livakovic, que llevó a su selección a semifinales. El otro, el
Dibu, argentino, 30 años, y detuvo dos penaltis en la tanda del partido más emocionante del Mundial. El croata fue el héroe inesperado, el nombre sorprendente, el portero sobrio, el tipo tranquilo que calificó a los competitivos balcánicos, capaces de mantener las mismas pulsaciones desde el primer minuto hasta cuando se adelantó Brasil con un golazo de
Neymar. Pero los de
Tite cayeron, siendo la selección más ofensiva, jugando con cuatro delanteros y un mediapunta (
Paquetá) pero que se metió atrás cuando se vio en la otra fase. El técnico de Brasil dio entrada a
Fred para mantener en la prorroga y los de
Modric dieron un paso adelante.
Seguir leyendo...