La pobreza empaña la Navidad en una provincia donde el 86% de los jóvenes no puede emanciparse
Con más o menos presupuesto, no creo que haya alguna familia en la provincia de Alicante que no haya incluido en sus conversaciones de los últimos días el debate en torno a la eterna pregunta que nos repetimos año tras año por estas fechas: ¿qué vamos a cenar en Nochebuena y qué comeremos en Navidad? Al final, el menú siempre es el mismo, pero la discusión forma parte del corolario que rodea la Navidad. Y este año, más que nunca, al comentario de si marisco fresco o congelado, jamón, almejas, cordero o el popular cocido con pelota, se ha sumado, fijo, el lamento general de cómo han subidos los precios, que el lechazo está por las nubes, que es imposible cocinar con los precios del aceite de oliva o incluso comprar un litro de leche. Esta Navidad todos somos un poco más pobres por la puñetera -perdonen la expresión- inflación.