El Papa Francisco: «Sabemos muchas cosas sobre la Navidad, pero nos olvidamos de su significado»
El Papa Francisco ha presidido la misa del Gallo en la basílica de San Pedro, ante unos siete mil peregrinos de todo el mundo. Mientras que el año pasado la principal preocupación era el fin de la pandemia, en la ceremonia de este año no ha escondido la amargura por la guerra en Europa . «En esta Navidad, como le sucedió a Jesús, una humanidad insaciable de dinero, poder y placer tampoco le hace sitio a los más pequeños, a tantos niños por nacer, a los pobres, a los olvidados. Pienso sobre todo en los niños devorados por las guerras, la pobreza y la injusticia», clamó el pontífice en su homilía en San Pedro. «¡Cuántas guerras! En tantos lugares, también hoy, se pisotean la dignidad y la libertad. Y las principales víctimas de la voracidad humana son siempre los frágiles, los débiles», lamentó. Frente a «la indiferencia generada por la prisa voraz de poseer y consumir», «Jesús es un niño en el pesebre del descarte y del rechazo. En Él, niño de Belén, está cada niño y está la invitación a mirar la vida, la política y la historia con los ojos de los niños». Una antigua ceremonia Siguiendo la antigua tradición romana, la solemne ceremonia comenzó con la «calenda», canto litúrgico que marca el instante preciso en el que concluye el periodo de Adviento y comienza la Navidad. En ese momento, fueron encendidas las luces de la imponente basílica, empezaron a repicar las campanas de San Pedro y se alzó el velo blanco que cubría una talla del Niño Jesús de tamaño natural. Como ha hecho desde que en marzo se agravó la lesión de rodilla, el Papa, presidió la ceremonia desde un lugar especial frente al altar, para evitar los escalones del baldaquino. Se intercalaron lecturas de la Biblia en español e inglés, y se leyó el evangelio en italiano. Luego, Francisco comenzó su homilía sin ponerse de pie. «Dos milenios después del nacimiento de Jesús, después de muchas Navidades festejadas entre adornos y regalos, después de todo el consumismo que ha envuelto el misterio que celebramos, hay un riesgo: sabemos muchas cosas sobre la Navidad, pero nos olvidamos del significado», comenzó el Papa Francisco. El pontífice se preguntó «¿cómo encontrar de nuevo el sentido de la Navidad? y, sobre todo, ¿dónde buscarlo?» y propuso regresar a las fuentes, al antiguo relato del evangelio sobre el nacimiento de Jesús. El relato «comienza con una situación parecida a la nuestra», recordó el Papa. «Todos están ocupados, disponiendo la realización de un importante evento, el gran censo, que exigía muchos preparativos. Y en este sentido, el clima de entonces era semejante al que rodea hoy la Navidad», lamentó. Para centrar la atención en lo esencial de estas fiestas, propuso contemplar el elemento que se repite varias veces en el relato de la Navidad escrito por san Lucas, el pesebre. «Para encontrar de nuevo el sentido de la Navidad hay que mirar hacia allí, porque es el manifiesto con el que Cristo se presenta, el modo con el que Dios nace en la historia para hacer renacer la historia», explicó. Según el Papa, el pesebre simboliza que Jesús «llega para tocarnos el corazón y decirnos que la única fuerza que cambia el curso de la historia es el amor». «Desde el pesebre te dice: 'Si sientes que los acontecimientos te superan, si tu sentido de culpa y tu incapacidad te devoran, si tienes hambre de justicia, yo, Dios, estoy contigo. Sé lo que vives, lo he experimentado en el pesebre. Conozco tus miserias y tu historia. He nacido para decirte que estoy y estaré siempre cerca de ti'», insistió. Además, el pesebre de Belén «saca a relucir las verdaderas riquezas de la vida: no el dinero y el poder, sino las relaciones y las personas». «Estamos llamados a ser una Iglesia que adora a Jesús pobre y sirve a Jesús en los pobres», subrayó Francisco. «Cierto, no es fácil dejar la tibia calidez de la mundanidad para abrazar la belleza agreste de la gruta de Belén, pero recordemos que no es verdaderamente Navidad sin los pobres. Sin ellos se celebra Navidad, pero no la de Jesús. En Navidad, Dios es pobre. ¡Que renazca la caridad!» Por último, invitó a cultivar «una fe concreta, hecha de adoración y de caridad, no de palabrería y exterioridad». «Dios no quiere apariencia, sino cosas concretas. No dejemos pasar esta Navidad sin hacer algo de bueno. Ya que es su fiesta, su cumpleaños, hagámosle regalos que le agraden. En su nombre hagamos renacer un poco de esperanza a quien la ha perdido», concluyó. Después de dos navidades con restricciones a causa de la pandemia -en 2020 celebró en este mismo lugar, pero ante 70 personas, y en 2021, ante sólo 1.500 peregrinos-, la misa de Nochebuena de este año en el Vaticano se celebró con total normalidad. El rito fue modificado ligeramente para evitar desplazamientos innecesarios al Papa dentro de la basílica, que comprometerían la lenta recuperación de su lesión de rodilla. Asistieron a la ceremonia unas siete mil personas dentro de la basílica , y varios miles sentadas en la plaza, que la siguieron a través de pantallas de vídeo. El Vaticano explicó además que fue emitida en directo por 120 televisiones de todo el mundo.