Experiencias
Como si de un oasis en medio del desierto se tratara, termina el tiempo de la excepción, de la tregua familiar no solicitada de la Nochebuena y la Navidad. El mundo vuelve a arrancar y el piloto automático se pone en modo fin de año, Reyes Magos, rebajas, cuesta de enero…. El soniquete de los regalos de moda alcanza un volumen ensordecedor y unos y otros nos convencemos orgullosos de que los regalos ya no son cosas materiales, hay que ir más allá. Lo que se lleva es «regalar experiencias». Se lo contamos a los amigos y nos quedamos tan anchos mientras escuchamos en la tele o en la radio que el anuncio de turno nos da la razón. Viaja a Vietnam, haz barranquismo, cómprate unas bragas y unos calzoncillos que te hagan sentir libre…. experiencias, experiencias, experiencias. La guerra de Ucrania no respeta ni las treguas de Navidad, las familias no tienen para comer ni con el Salario Mínimo Interprofesional, nuestros hijos se suicidan porque el mundo no es como dicta su avatar en la red social de moda. Nosotros, mientras tanto, nos justificamos comprando experiencias enlatadas, libres de riesgo, exentas del peligro de magullarte un pie con la pata de la cómoda o agarrarte una gastroenteritis con aquellas gambas que la abuela dijo que estaban «buenas». Las experiencias ahora se compran a crédito, ya no nos vale con vivir. Ver a un niño en un pesebre que después crecerá para, nada mas y nada menos, ser crucificado ya no sirve. Compramos experiencias porque la vida ya no es suficiente. Somos inexpertos en nosotros mismos porque nuestras vidas se las hemos entregado a otros que deciden si debemos ser felices o desgraciados porque esa condición nuestra les favorece en esas aspiraciones electorales o comerciales que cada vez se parecen más. Compramos experiencias con seguro de devolución, de salud y hasta de asistencia veterinaria para nuestros perros. Tenemos que comprar experiencias porque hemos dado nuestras vidas en alquiler. Hemos arrendado al mejor postor nuestros fracasos y nuestros éxitos. Es Navidad y, entre paquetes de regalo, adoramos al Niño Dios que nace en un pesebre para protagonizar la mayor experiencia de la Historia. Dentro de poco Amazon ofertará ser dios durante una semana con pensión completa, seguro para la vaca del Portal y epidural para la crucifixión y alguno se lo comprará a plazos pensando que se lo homologarán para el currículum.