Del tiempo y sus caminos (63): Llega la Navidad, que es permanencia
En el mes de diciembre llega la Navidad, llega, nos llega, todos los meses de diciembre, pero junto con el mes, con los meses, de diciembre, la Navidad, nacimiento del Niño Jesús, nacimiento del Hijo de Dios, Jesucristo, que es Dios con Dios Padre, con el Espíritu Santo, Dios Uno y Trino, la Navidad es Esencia por todo lo que significa y por el bien perenne que nos hace a los humanos: por lo tanto, la Navidad, que celebramos felizmente en diciembre, es testimonio del Amor Divino. Como he afirmado, es Esencia y, por tanto, es Permanencia. Bien está, naturalmente, que celebremos la Navidad en el mes de diciembre, como la celebramos ahora, y bien está asimismo que vivamos esta celebración constantemente, sintiendo agradecidos la permanencia en nuestra vida y en la Eternidad del Amor Divino. ¿Qué rima con verdad? Último mes del año, Diciembre una vez más a nuestro encuentro, se recoge el rebaño y, corazón adentro, una luz ilumina desde el centro, el centro de la casa, el centro del que ríe y del que llora, de todo lo que pasa, de lo que pasa ahora, que es nuestro andar de noche hacia la aurora. Dios ha venido a vernos, como siempre hecho niño y hecho verso, desde dos mil inviernos aunando lo disperso, trayendo de su mano el universo. De nuevo Navidad, que Diciembre otra vez nos ha traído, de nuevo la Verdad revela su sentido, que parece escondida y no se ha ido.