El futuro que viene
Los frentes y los combates en Ucrania no han traído apreciables modificaciones desde hace varias semanas. Bien que el ataque con un dron suicida ucraniano, por segunda vez en un mes (5 y 25 de diciembre), contra la base de Engels (oblast de Sarátov), a 575 km de la frontera, es un recordatorio de la creciente capacidad ucraniana para atacar objetivos profundos en Rusia. Por otra parte, resulta muy patente que somos muchos los países que participamos en la guerra con, entre otros, armamentos, dinero, equipamientos e instrucción de combatientes ucranianos. El clásico concepto de teatro de operaciones se desborda, obligando a hablar más propiamente de teatro de la guerra, y reduciendo el término «operación militar especial» a una especie de señuelo para consumo doméstico ruso. El relativo parón invernal favorece la reflexión sobre el próximo futuro del conflicto, en base a tres elementos. El primero es que nadie deseará una escalada hacia la confrontación nuclear. La urgencia en salvar a Rusia de cualquier responsabilidad por la caída, el 15 de noviembre, de un misil en Polonia, así lo avanza. El segundo será un creciente consenso internacional para que el conflicto acabe mediante negociación política. Y el tercero consistirá en el compromiso de EE. UU. arrastrando al de toda la OTAN―, de apoyar a Ucrania militar y económicamente. Se trataría de seguir desangrando a Rusia, así como de fortalecer a Ucrania para que, en su caso, se sentase a la mesa negociadora en las mejores condiciones posibles. De ahí que los presupuestos norteamericanos para 2023, recientemente aprobados por el Congreso de Estados Unidos, incluyan hasta 45.000 millones de dólares para ayuda a Ucrania. Esos tres elementos alumbran la conclusión de que la guerra podría prolongarse 'sine die'. Consecuentemente, el periodo invernal va a ser aprovechado por ambos bandos combatientes (sobre el terreno) para reorganizarse, aprovisionarse y prepararse para, a finales de febrero, emprender, con renovados bríos, el segundo año de campaña. No existe contradicción entre la inmutabilidad de los principios fundamentales de la guerra: querer, poder y saber, y su cambiante versatilidad en el tiempo, en los medios, en los procedimientos y en los recursos. SOBRE EL AUTOR PEDRO PITARCH El autor es teniente general retirado del Ejército de Tierra. Fue jefe del Eurocuerpo y de la Fuerza Terrestre y director general de Política de Defensa en el Gobierno de Zapatero. Ocupó la jefatura de la División de Estrategia y Cooperación Militar del Estado Mayor de la Defensa, así como de la División de Logística del Mando Supremo de la OTAN.