Alessandra Aloisi, los viajes gratuitos de la imaginación

En ‘Les Rêveries’, Rousseau escribió que «el movimiento que no viene del exterior se forma entonces en nuestro interior». La imaginación así, para el filósofo ginebrino, generaba espontáneamente pensamientos vagos y ligeros que, sin agitar el fondo del alma, encrespan apenas su superficie «como hace el viento cuando roza la extensión de un lago». Para él, el mejor lugar para poder soñar agradablemente era la antigua cárcel parisina de La Bastilla, en nuestros días convertida en una gran biblioteca. Tehching Hsieh , artista estadounidense de origen taiwanés, puso en práctica el comentario de Rousseau. En el año 1978 se hizo encerrar durante un año en una jaula de madera expresamente construida para poner en escena ‘One Year Performance (Cage Piece)’. No tenía libros, ni radio, ni tv, ni teléfono, ni ningún objeto de entretenimiento. Ya sabemos que Pascal se refirió al tedio y la desesperación del individuo por no poder soportarnos a nosotros mismos. ENSAYO 'El poder de la distracción' Autora Alessandra Aloisi Editorial Alianza Año 2022 Páginas 201 Precio 12,50 euros 4 De ahí la necesidad de ‘divertissement’. Rousseau, como hemos visto, pensaba lo contrario. Estaba convencido del poder de la mente y la imaginación. ‘La rêverie’. Estar al margen del tiempo, del espacio, de la acción, de la laboriosidad. Leopardi en el ‘Diálogo di Torquato Tasso (encarcelado) e del suo Genio familiare’, en la ‘Operette morali’, afirma que la soledad rejuvenece el ánimo, revaloriza y pone en funcionamiento a la imaginación, «hasta hacernos olvidar incluso el fastidio del tedio». En ‘Voyage autor de ma chambre’, Xavier de Maistre cuenta la historia de un duelista que, a resultas de un enfrentamiento mortal, fue castigado a pasar incomunicado varios meses en su propia habitación. Cualquier objeto o sonido lo distraía y le hacía compañía. Al cumplir el castigo y recuperar la libertad, comentó con gran pesadumbre, que acababa de perderla. Encerrado en la cárcel de Besançon, alcanza la ‘rêverie’ consistente no tanto en invertir como más bien en suspender el orden social y su organización del tiempo, dejando de tomar parte del juego de intrigas y deberes que sostienen el uno y jalonan el otro. Control racional La distracción ¿es un pecado?. ¿Equivale a la indolencia, melancolía, desorden de la atención que exige un particular tipo de tratamiento?¿Está más cerca de la depresión? Frente a todas estas calificaciones se ha defendido que es una forma de pensamiento, de meditación, de recogimiento y concentración. El control racional de los deseos y las pasiones. Alessandra Aloisi habla de multiplicidad de significados y de sus posibles variaciones temáticas, de la diversión al ‘divertissement’, de la memoria involuntaria a la ‘rêverie’, así se tiene una visión más profunda de la realidad y una práctica de vida y de pensamiento capaz de tener un alcance creativo y subversivo respecto del orden ya dado . Las confesiones de San Agustín se inician con un momento de distracción. Pasan autores como Montaigne, Pascal, La Bruyère, Voltaire, Bergson, Proust o Baudelaire El providencialismo de Dios. Luego por este erudito, sobresaliente, y múltiple ensayo sobre el poder de la distracción, pasan otros autores como: Montaigne, Pascal, La Bruyère, Voltaire, Bergson, Proust o Baudelaire. Echo en falta, y esto no lo comento como crítica porque el esfuerzo ha sido grande, la presencia de filósofos y escritores más contemporáneos nuestros. Distraídos absortos Armand Ribot en ‘La psychologie de l´attention’, habla de distraídos dispersos, aquellos que no piensan en nada; y distraídos absortos, que están en situación creativa, por ejemplo, los escritores o los artistas. Horace Walpole inventó este neologismo, ‘serendipity’. Lo hizo en el año 1754. «Los descubrimientos imprevistos, hechos gracias al azar y a la inteligencia, y que nunca se habían realizado si hubiéramos estado siempre atentos y concentrados en lo que estábamos haciendo, si no hubiéramos escuchado lo que nos distrae», escribió. Aquello que nos distrae nos proporciona la ocasión de tropezar inesperadamente con la solución a través de recorridos que habríamos sido capaces de concebir racionalmente. La distracción como medida indispensable también para garantizar la salud y la higiene del espíritu. Distracción y sueños, según Poincaré. La mente puede continuar en sueños sus investigaciones; puede ser conducida a través de una determinada sucesión de razonamientos, a unas ideas que no tenía; puede hacer sin su conocimiento, como le ocurre continuamente durante la vigilia, rápidos cálculos que le revelan el futuro. Tropezar con la verdad Aloisi, para analizar a Proust , utiliza ‘Proust et les signes' de Gilles Deleuze’. Un libro fundamental. «Solo lo que no ha sido expresamente vivido se conserva inalterado en la memoria, custodiado en los detalles en apariencia más insignificantes que habíamos registrado sin prestar atención, como la aspereza de una toalla, donde se ha conservado la esencia de las estancias de verano en el hotel de Balbec…»,, escribe Proust. El arte exige y promueve otra manera de mirar el mundo y la realidad: un modo que hace posible la distracción como particular modalidad de la atención constitutivamente distinta de aquella voluntaria y consciente y que, como tal, nos da acceso a otra forma de experiencia y de memoria. Según Deleuze. Para Proust , siempre «distraídamente», sin querer, tropezamos con la verdad. ¿En qué pensamos cuando estamos distraídos? ¿Es una señal de mala educación? ¿Manifiesta falta de interés respecto a los presentes? Según Diderot , lo que ocurre en nuestra cabeza es más interesante de aquello que nos hablan. La ‘rêverie’ es una especie de sueño que hacemos despiertos, un vagabundear. Para Coleridge , la distracción era una suspensión voluntaria y temporal de la incredulidad. Condillac lo unía al caminar, ‘moi de réflexion’ o ‘moi d´habitude’. Caminando pensando o caminando ensimismado como costumbre. Una especie de anestesia por distracción, según Pierre Janet, o una restricción «del campo de la conciencia». La distracción es, entonces, un estado cognitivo caracterizado por la dispersión de la atención.