La historia de los estudios Abbey Road en nuevo documental
MIAMI, Estados Unidos. – Es asombroso cómo las historias relativas a los Beatles parecen no tener fin. Siempre surge un nuevo e imaginativo ángulo que nos vuelve a encandilar con deleite y sorpresa.
Este año que casi termina resultó revelador al respecto. Gracias al director Peter Jackson tuvimos el privilegio de verlos grabar y divertirse durante la hechura del álbum Let it Be, cortesía del documental The Beatles: Get Back de prístinas imágenes, que nos permitieron ser parte de ese acontecimiento cultural.
Vale la pena siempre traer a colación el hecho del significado de esta música para la generación de cubanos que debió escucharla de modo clandestino, por las tropelías de una dictadura chapucera y arrogante.
Yo atesoré temprano mi pequeña “placa” con “Twist and Shout” por una cara y por la otra “Mr. Postman”, curiosamente canciones que no eran de la autoría de los Beatles.
Luego llegaron álbumes de ultramar traídos por padres marinos mercantes, de mis compañeros de clase en la Secundaria Básica Otto Barroso de La Habana del Este. Manosear aquellos discos y escucharlos sin límites era lo más parecido al nirvana de nuestras aspiraciones sociales: ser como los demás jóvenes contestatarios del mundo que estremecían para siempre sus respectivas sociedades.
En el 2011, a cierto fanático de los Beatles, Seth Swirsky, se le ocurrió hacer un modesto documental sobre personas que de manera imprevista habían tenido encuentros con alguno de los miembros del grupo.
Las historias que refieren siempre son de deslumbramiento, como si se hubieran tropezado con Dios. El documental titulado Beatles Stories fue elogiado en numerosos festivales del mundo.
Dos años después, al director Ryan White se le ocurrió repasar la historia de los Beatles desde un punto de vista íntimo y desconocido, haciendo que la secretaria del grupo, Freda Kelly, contara su historia de interioridades, desde los inicios, cuando comenzó a trabajar con ellos, hasta el atribulado momento de la separación.
El año termina ahora con una nueva adición a la filmografía relativa a los Beatles: un documental que no tiene que ver directamente con ellos, aunque pienso que no hubiera acontecido sin su presencia cenital.
Se trata de If These Walls Could Sing (Si estas paredes cantaran), dirigido por Mary McCartney, hija de Paul y Linda, que cuenta la historia de los legendarios estudios de grabación Abbey Road.
Mary es una reconocida fotógrafa y chef vegana de televisión. La mayor de los hijos de Linda y Paul McCartney, quien confiesa haberse criado en aquellos salones cuando sus padres seguían dedicándose a la carrera en solitario del Beatle.
El documental es su primera incursión en el cine y se le ocurrió a propósito de la celebración del noventa aniversario de Abbey Road, el pasado mes de noviembre, uno de los más avanzados estudios de su época, perteneciente a la influyente compañía de grabaciones EMI.
Por supuesto que el corazón del filme late con la presencia de Paul McCartney y Ringo Starr, quienes tienen la virtud y memoria para recrear lo que ocurrió entre aquellas paredes, un espacio que dio como resultado el cancionero más importante de la música contemporánea.
Pero en el interín se presentan otros testimonios reveladores de un sitio que todos los entrevistados consideran mágico y sin competencia desde el punto de vista técnico.
Roger Waters y David Gilmour abundan sobre la grabación de su obra maestra más notable, “The Dark Side of the Moon”, mientras Jimmy Page recuerda cuando era guitarrista acompañante de la canción Alfie, de Burt Bacharach, interpretada por Cilla Black y producida por George Martin, quien entonces le dijo rotundo a la cantante que la cuarta toma grabada era la mejor y así resultó.
Elton John también explica su relación con Abbey Road, cuando apenas era pianista acompañante, y John Williams abunda sobre la enorme satisfacción que significó grabar bandas sonoras de Indiana Jones y La Guerra de las Galaxias en aquel sitio tan hospitalario ―donde incluso para su asombro había un bar―, muy distinto a los estudios de Hollywood.
Como tantos otros lugares históricos, el edificio estuvo a punto de ser desmantelado por la avaricia de los urbanizadores.
Actualmente ya se encuentra, sin embargo, protegido por disposición gubernamental. Incluso el cruce de la acera, que figura en la portada del álbum más importante de la historia, está inscrito como patrimonio nacional.
En 1976 el nombre de estudios EMI fue cambiado por Abbey Road, en tributo al último disco de los Beatles.
El documental es una delicia para los fanáticos del grupo así como de otras figuras claves tanto de la música popular como la clásica. El cruce por la cebra frente a su fachada es uno de los atractivos del turismo londinense.
El día que finalmente logré atravesarlo queda en los momentos entrañables de mi vida. Muchas de las imágenes de este nuevo documental siguen siendo una quimera de celebración y melancolía.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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