Sara Lozano: La voz pública y la privada
El año termina entre autoridades que apelan a la legitimidad y se olvidan de las certezas que están obligadas a garantizar.
Hay tres poderes de la nación en crisis al final del 2022. Abundan los litigios por la reforma electoral en manos del Poder Legislativo por las intervenciones del Poder Ejecutivo; además de la controvertida candidatura a la presidencia para el Poder Judicial.
Las series sobre la realeza son tendencia en esta temporada vacacional, desde el Reino Unido hasta Corea se encuentran series ficticias con mucho o poco de base histórica, antiguas y contemporáneas. Todas hablan de los arquetipos del gobernante y los del pueblo, agregando todas las expectativas que de ahí derivan.
Megan y Harry cuentan la historia del héroe incomprendido que en su lucha por el bien común pierden el apoyo de los poderes aristocráticos. Asumen un deber en su papel de realeza que tropicalizan a actitudes más bien plebeyas -en el sentido más amable de la palabra-, de lenguaje accesible, de activismo oportuno, de acceso directo con la gente. Esa candidez muchas veces padecida a lo largo de la historia porque a la vuelta del tiempo termina por despertar al Leviatán, ese demonio bíblico que posee a las masas cuando las élites pierden la autoridad frente al pueblo, el caos del estado primigenio de la humanidad que tanto temía Hobbes.
En las series de ficción, coreanas, lo abordan igual pero desde la perspectiva de la líder humanista que a pesar de ser rechaza por su género se resigna y entrega la vida propia para convertirla en institucional. Entonces sus sueños se desvanecen, aprende a mantenerse estricto de tal forma que sin corrupción se mantenga sometido al pueblo. Lo peor es que no se sabe si resuelven los asuntos del pueblo, se centran en el largamente comentado conflicto de lo privado y lo público de una persona que figura como cabeza de gobierno.
La voz de una persona que representa a una institución pierde su calidad ciudadana para convertirse en vocera de la institución que encabeza. Aunque no se haya articulado en palabras todavía, es el gran agravio detrás de las mañaneras del presidente y el fondo de las sanciones que ha recibido.
En una democracia presidencialista la voz del titular pesa mucho más que la de cualquier otro ciudadano porque es la de todos. No importa qué comentario haga sobre Ucrania, Perú, EUA tiene mucho más peso porque proyecta la postura de todo el Estado y no hay parlamento que lo acote.
La importancia del puesto es el interés público, aunque no sea monárquico; la persona se somete a este al tomar protesta. El personal al cuidado y la protección del funcionariado público ya en presidencias, procuración de justicia, legislativo, electoral, no es por quitarle la chamba de lo doméstico, sino porque el Estado necesita asegurarse que esa persona esté disponible 24/7 para atender los asuntos de estado en cuanto surjan.
La autoridad no funciona sólo en horarios laborales y menos si es pública, se trata de una responsabilidad de tiempo completo, por eso se justifican los apoyos y la protección durante el tiempo que se ejerce el puesto.
El presidente no puede alegar que su derecho de libre expresión es igual al de una persona común, su voz es un agente de interés público. Igualmente, el plagio de una tesis tiene un peso mayor para quien quiere presidir el órgano supremo de lo que se juzga.
El Leviatán no se limita a la historia, cuando se rompen los arquetipos que sustentan el contrato social en un país el demonio actúa para que el caos impere. De ahí la obligación de aportar certezas, de ahí la importancia de la ética y la legalidad.
Colaboradora en la Escuela de Gobierno y Transformación Pública y profesora en el Tec de Monterrey de Ciudadanía y Democracia. Integrante fundadora de Ellas ABP coordinadora de programas por la prevención de la violencia laboral y económica contra las mujeres.