Cristina García Bernal: «Trato a un chico trans que se arrepintió de quitarse el útero. La ley trans debería tratar caso por caso»
Cristina García Bernal tiene 30 años recién cumplidos y ha sido elegida por sus compañeros y pacientes de la plataforma Doctoralia como la tercera mejor psiquiatra de España. Esta joven jiennense afincada en Sevilla, que se formó en el Hospital Virgen del Rocío y está terminando su tesis doctoral sobre los problemas emocionales y casos de suicidio en personas trans, decidió hace algunos meses abandonar el centro sanitario sevillano y dedicarse en exclusiva a su consulta privada porque no les podía dedicar a sus pacientes el tiempo que necesitaba para poder ayudarlos: «En el hospital debía atender unos quince pacientes al día y no podía prestarles más de media hora. A menudo solo podía dedicarles quince o veinte minutos porque llegaban más de lo previsto. En mi consulta, sin embargo, puedo dedicarles una hora a cada uno, como poco. Tengo más del doble de tiempo y me los conozco de pe a pa. A ellos, a la pareja, a la familia. Es un conocimiento completo y lo que conviene a los pacientes«, dice. -Las dos gemelas de Sallent que se tiraron por un balcón de su casa tenían solo 12 años. La que murió sufría bullying y tenía problemas de identidad de género. ¿Teme que ocurran más suicidios de este tipo? -Es verdad que el bullying ha existido siempre pero es que ahora, a diferencia de cuando nosotros éramos pequeños, no acaba cuando sales del colegio sino que continúa a través de las redes sociales. En el caso de esta niña se daba también el caso de identidad de género, que se consideraba niño, y sobre estos problemas estoy preparando precisamente mi tesis doctoral. -¿Qué opina sobre la ley trans, que ha recibido críticas incluso de muchos grupos feministas? -Por experiencia sé que cada caso es un mundo y que todo esto habría que personalizarlo, caso a caso. En este tema creo que no se debe legislar haciendo tabla rasa de las peculiaridades de cada caso. Hay que individualizar cada caso. No se puede cuestionar que cada uno quiera ser del género con el que se siente identificado pero en la elaboración de la ley no se ha tenido en cuenta la opinión de los expertos en esta materia. Y ya está habiendo casos de personas que han hecho la transición y se han arrepentido. Y hay transiciones que son irreversibles. Por eso hay que individualizar y no todas las personas a esa edad tienen la madurez emocional suficiente para tomar decisiones que pueden ser irreversibles. -En Holanda y Suecia, pioneros en este tipo de legislación, lo están reconsiderando porque les llegan quejas y denuncias contra esas leyes y los médicos. -Sí, han llegado denuncias. Lo que están haciendo en esos países ahora es individualizar cada caso y que Salud Mental vea a estas personas antes de cualquier decisión. Es evidente que los endocrinos no pueden gestionar los problemas emocionales de estas personas. No es su especialidad. A los psiquiatras y psicólogos nos han dejado fuera y no es comprensible. Quizá temieron que se considerara patologizar el cambio de género pero lo cierto es que muchas personas trans buscan apoyo psiquiátrico en la sanidad privada. Estas personas han pasado por muchos traumas en el colegio y en sus casas y casi todas tienen por esta causa una mala salud mental. No es que tengan un gen de mala salud mental, es por lo que tienen que pasar. Y el suicidio entre estas personas es mucho más alto que en el resto: el triple o cuádruple. -¿Ha conocido algún caso de persona trans arrepentida de su transición? -Tengo un chico vasco trans de 30 años que se sometió a una histerectomía total, con extirpación del útero, que le ha producido una menopausia precoz, riesgo de osteoporosis y pérdida de masa muscular. No es que esté arrepentido del cambio de género porque él se sigue sintiendo hombre y no mujer, pero sí me dice que lamenta no haber tenido más información sobre los efectos secundarios de esas operaciones a las que se ha sometido. Me dijo que si lo hubiera sabido, no se habría quitado el útero, que hubiera tratado de abrazarlo y reconciliarse con él, aunque siguiera sintiéndose hombre. Y esto habría que evitarlo con una ley que tuviera en cuenta a los especialistas en Salud Mental y que tratara cada caso de forma individualizada.