Europa no perdona a los inocentes. Y la Real lo fue y mucho en el Olímpico de Roma. Se trataba de evitar descuidos y grietas ante un equipo de
Mourinho que es el equipo que mejor lo aprovecha y de golpear en las escasas ocasiones que se tuvieran. Suspenso en ambas. La Real concedió muchísimo sin balón, con algunos errores que nunca cometía hace unos meses y, además, mostró una falta de pólvora y de tino en ataque que comienza a ser alarmante. Las tuvo, claro, que las tuvo, pero las pifió. El 2-0 final le deja herida de muerte, pero Anoeta dictará sentencia el próximo jueves.
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