¿Qué pasaría si Pedro Sánchez dimite y María Jesús Montero asumiera las funciones de presidenta del Gobierno?

La posible sucesión de María Jesús Montero al frente del Ejecutivo conllevaría numerosas consecuencias para el funcionamiento político en España

Tras el anuncio de Pedro Sánchez de que se tomará cinco días para poder "reflexionar" y decidir si continúa, o no, como presidente del Gobierno de España, las incógnitas en cuanto a quién le sucedería en el cargo han crecido. En su "carta a la ciudadanía", que emitió el miércoles por la tarde, anunció que cancelaba su agenda pública "para reflexionar y saber qué camino tomar" hasta el próximo lunes, 29 de abril, cuando comparecerá ante los medios de comunicación para dar a conocer su decisión.

"Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor”, confesaba Sánchez mientras denunciaba una "campaña de acoso y derribo por tierra, mar y aire" contra su familia con el objetivo de hacerle "desfallecer" en lo político y en lo personal.

Posibles escenarios tras la decisión de Pedro Sánchez

Aunque el líder socialista comunicará si finalmente sigue como presidente del Gobierno, o no, el próximo lunes, los interrogantes se centran ahora en qué ocurrirá si finalmente abandona el Palacio de la Moncloa. No obstante, actualmente existen cuatro posibles escenarios en función del fallo que dicte el lunes el presidente Sánchez.

La primera de las opciones es que, finalmente, tras cinco días de reflexión, Pedro Sánchez decida dimitir el lunes. En ese caso, tal y como marca el artículo 101 de la Constitución Española, el Ejecutivo quedaría en funciones hasta la toma de posesión del nuevo presidente/a del Gobierno que, llegado el caso, podría llegar a conformar un nuevo equipo de Gobierno.

Otra de las opciones es que el presidente del Ejecutivo, tanto si decide dimitir como no, determine convocar elecciones generales anticipadas. Sin embargo, existen impedimentos para que esto se lleve a cabo, ya que, de hacerlo, no se podrían disolver las Cortes hasta el 29 de mayo porque, como señala la Carta Magna, tiene que transcurrir al menos un año desde la última convocatoria de las elecciones generales, que se produjo el 29 de mayo de 2023.

En el caso de que el líder del Ejecutivo decida seguir adelante con su papel al frente del Gobierno, podría optar por someterse a una cuestión de confianza en el Congreso de los Diputados. Para ello necesitaría alcanzar una mayoría absoluta en el hemiciclo, es decir, más síes que noes, que le otorgue su confianza y, así, salir reforzado como presidente del Gobierno.

Finalmente, el último de los escenarios posibles es que, tras una ardua reflexión, Sánchez decida continuar en La Moncloa y seguir con su rol institucional como hasta ahora.

¿Qué pasa si María Jesús Montero asume la presidencia del Gobierno?

En el caso de que Pedro Sánchez dimita, el artículo 101 de la Constitución dictamina que el Ejecutivo quedaría en funciones hasta la conformación de uno nuevo. No obstante, es la ley 50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno la que regula en su artículo 13 quién asumiría las competencias de la presidencia durante ese periodo de tiempo, señalando que, si el presidente del Gobierno dimite, es su vicepresidencia primera la que se queda al cargo de sus funciones hasta que haya una nueva formación de Gobierno.

Así, aunque todavía es una incógnita, el nombre que más suena para sustituir a Sánchez es el de María Jesús Montero, vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda. No obstante, sus funciones serían limitadas, pues al estar el Ejecutivo en funciones, no tendría capacidad para legislar, lo que obligaría a un Ejecutivo de mínimos. Es decir, si Sánchez dimite y le cede a Montero, o a otra persona, la presidencia del Gobierno, habrá que celebrar otra sesión de investidura para elegir a un nuevo presidente.

¿En qué consiste la cuestión de confianza?

El artículo 172 de la Carta Magna faculta al presidente del Gobierno a plantear ante el Congreso de los Diputados una cuestión de confianza, que se obtiene solo en el caso de que consiga el respaldo de la mayoría simple de los diputados.

El mecanismo se plantea directamente por el presidente del Gobierno, sin precisar del visto bueno del Consejo de Ministros, ya que es solo a él a quien el Congreso dio su apoyo con su investidura. De esta manera, tras un debate idéntico al que se produce en las sesiones de investidura, el jefe del Ejecutivo necesitaría obtener la confianza de la mayoría simple de la Cámara, es decir, más síes que noes.

Si el presidente alcanzase los votos necesarios, se daría por entendida la confianza del hemiciclo y el Ejecutivo seguiría adelante con su trabajo con su imagen reforzada. Sin embargo, si el Congreso muestra su desconfianza al presidente del Gobierno, tal y como dictamina el artículo 114 de la Constitución, este tendría que dimitir de manera inmediata: "Si el Congreso niega su confianza al Gobierno, este presentará su dimisión al Rey, procediéndose a continuación a la designación de Presidente del Gobierno". Algo que, por su parte, supondría tener que investir a un nuevo presidente del Gobierno.