Quedaba una última bala. Perdidas la razón y los hechos, la voluntad se presentaba como el último bastión al que podría aferrarse el sanchismo. No hay nada revolucionario y la idea es muy antigua. Tanto como Carl Schmitt, a quien rindieron pleitesía Manuel Fraga o Pablo Iglesias, que lo dejó escrito en 1928: la voluntad de un pueblo se manifiesta, prioritariamente, a través de la aclamación popular. Pero esto no es Weimar, ni tan siquiera Suresnes, sino la calle Ferraz en el año 2024 , y las últimas huestes de este ciclo político quedaron resumidas en una legión moderada de sexagenarios de provincias reclutados en autocares del partido. Confiaron en una gran aclamación que diera la vuelta al universo, pero...
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