Ese día de 1808, a primera hora, quizá sin saber la que se avecinaba, Miguel de Iranzo, coronel de Granaderos «con próxima partida hacia Lisboa» daba poder notarial a su esposa. Lo autoriza el escribano de Madrid Valerio Cortijo, quien desde 1811 hasta 1813 firmará como escribano en Cádiz, adonde habrá huido, y no será el único. Aquel 2 de mayo no fue un lunes cualquiera en Madrid. El domingo había sido día de mercado y la ciudad estaba llena de visitantes. Ante la inminente salida de algunos miembros de la Familia Real surgen las protestas en las inmediaciones de Palacio. La represión no se haría esperar. «Todos los que han sido presos o encontrados con armas en la mano...
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