La pregunta me asalta de manera recurrente. Cada vez más a menudo. ¿Qué le pasa a la afición del Betis? ¿Qué le ha ocurrido a esa grada tradicionalmente inquebrantable y animosa? Un hecho resulta indiscutible: la costumbre de los buenos resultados ha terminado por anestesiar a buena parte de la hinchada y a otra, sencillamente, la ha trasladado al terreno de la queja y el lamento por casi todo en cuanto no se está ganando por dos o más goles de diferencia o no se está entre los cinco primeros de la clasificación. Esa realidad es absolutamente palpable en cada partido en el estadio. La tensión, el murmullo, hasta los pitos en cuanto un jugador comete un leve error. Más...
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