Cuando le preguntaban, tiraba de modestia y aseguraba que si algo había aportado al mundo era un poco de orden y otro tanto de 'seny', pero Enric Huguet fue, sin exagerar, uno de los grandes del diseño gráfico. Tan grande fue que le podía la risa cuando alguien se refería a él como artista o diseñador. Porque lo suyo, decía, siempre fue otra cosa. Comunicar con imágenes. Emocionar desde lo visual. Lo mismo con la caja de Gelocatil que con el logotipo de Santiveri o las cubiertas de los diccionarios Vox que cientos, miles, de estudiantes memorizaron al detalle. «Hay diseñadores que tienen una impronta propia. Esto significa que tienen personalidad, un estilo y un universo propio. Pero una persona que debe comunicar, debe adaptarse a las necesidades de lo que debe comunicar, no debe hacerlo siempre de la misma manera. Es una cuestión de oficio», resumía en una de sus últimas entrevistas. Pionero de una profesión que prácticamente no existía cuando se puso manos a la obra, Huguet nació en Barcelona en 1928 y ya empezó a encaminar su carrera cuando ingresó en la Escuela Oficial de Artes Aplicadas de Barcelona bajo la tutela de Francisco Labarta. Antes de cumplir los veinte años ya formaba parte del estudio de Publicidad Vila y en 1955 ya había fundado su propio estudio, plataforma de lanzamiento para una frenética actividad creativa que dejó encargos legendarios como sus campañas para Calcio Sandoz y Cruz Roja, carteles para el Salón Náutico y Barcelona 92, o la imagen de las autopistas españolas. Pedazos de memoria colectiva con los que Huguet hizo carrera, creó escuela y, como le gustaba decir, empezó a poner los raíles de una profesión que se inventó sobre la marcha. «Nos llaman pioneros, pero no lo somos -relativizaba-. En lo que sí somos pioneros es en haber dado nombre a la profesión con la fundación de la asociación». Y es que, además de dedicarse en cuerpo y alma al cartelismo, Huguet fundó en 1961 junto Josep Pla-Narbona, Amand Domènech, y Joan Pedragosa, entre otros, la Asociación de Diseñadores Gráficos del Fomento de las Artes Decorativas, la primera asociación de grafistas de España. También fue más de treinta años profesor de la Escuela Massana, donde aprendió que un buen maestro debía tener «las facultades de un buen empresario». Noticia Relacionada CRÍTICA DE: estandar Si 'Miguel Milà, diseñador (pre) industrial' en la Sala Fernán Gómez: ver la vida con lupa Francisco Carpio Ya sólo por la retrospectiva en el Centro Cultural de la Villa de este pionero del diseño español vale la pena la VII edición del Madrid Design Festival que hoy arranca En 2013 recibió el premio Nacional de Diseño y en 2016 ilustres colegas como Emilio Gil, Víctor Margolin, Javier Mariscal y Jorge Frascara le homenajearon en 'Enric Huguet. 60 años de la historia del diseño gráfico catalán', monografía que repasaba su carrera y celebraba su contribución a la historia del diseño gráfico. En ella, Daniel Giralt-Miracle se refería a él como un diseñador superdotado, aunque Huguet insistía en que lo suyo era únicamente orden. Orden superdotado, pues.
