Dos legislaturas comunitarias después de la irrupción de Podemos, sustanciada en los comicios europeos de 2014, la izquierda radical ha pasado de ser una alternativa política, hasta amenazar la tradicional hegemonía del PSOE, a ser absorbida y marginada por un partido que no tardó en asimilar sus presupuestos ideológicos y, más aún, sus formas demagógicas y sus tintes caudillistas. El pulso que en vísperas de las elecciones del 9 de junio libran Podemos y Sumar, escisión liderada por Yolanda Díaz, no solo es consecuencia de la fragmentación de un proyecto frustrado por el personalismo, sino de la progresiva reducción, por parte de Pedro Sánchez, del radio de acción que hace ahora diez años aún quedaba a la izquierda del PSOE. Desafortunadamente, la merma electoral de lo que un día fue o quiso ser Podemos no es el resultado de un ejercicio de maduración política de los votantes , sino de la apuesta socialista por la estrategia del extremismo y la confrontación.
